Una conversación silenció la alarma de los perros
El 21 de febrero de 1987, semanas antes de ser detenido en Lisboa, Alain Wolfel y su esposa Alline Hannole cruzan la frontera de España a Portugal por Rosal de la Frontera (Huelva). Al paso de su coche, los perros entrenados para detectar droga, se ponen nerviosos y comienzan a ladrar.Inmediatamente, la policía de aduanas revisa el coche de los alemanes y al no encontrar droga, atribuye el nerviosismo de los perros al humo que persiste en el interior del coche, producto de unos porros (cigarrillos de Hachís). Es entonces cuando Wolfe solicita que pidan informes sobre él a la brigada antidroga de Sevilla y confiesa su condición de confidente, exigiendo un "trato especial".
Los efectivos apostados en la frontera de Portugal comunican telefónicamente con la brigada de estupefacientes de Sevilla. Minutos después, Wolfel continúa viaje.
Días más tarde, la policía de Lisboa le detiene con pasaporte falso. Durante el interrogatorio al que le somete la policía sueca, desplazada especialmente a Lisboa entre los días 16 y 18 de marzo, Wolfel declara que el azaroso viaje tiene como objetivo la introducción de 20 kilos de cocaína en España.
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