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La excusa Thatcher

La intransigencia de la 'dama de hierro' evitó que aflorasen divisiones de fondo entre los 'doce'

El no inquebrantable de la única mujer que dirige un Gobierno de la CE relegó también a un segundo plano el fracaso simultáneo de un Consejo de Ministros de Transportes en Luxemburgo que debía aprobar la liberalización del tráfico aéreo civil en Europa, a la que España se opuso porque incluía a Gibraltar.Pero además de hacer olvidar el resultado de esa reunión ministerial, el perpetuo no pronunciado en Bruselas por la primera ministra ayudó a la delegación española en sus intentos por convencer a sus demás interlocutores europeos de que la intransigencia de Thatcher sobre el aeropuerto del Peñón era responsable del bloqueo de la liberalización aérea.

Más significativo que la exasperación provocada por Thatcher fue la lectura pública hecha el martes por la noche por el presidente del Consejo de Ministros, el belga Hermann de Croo, de un teletipo de agencias en el que se anunciaba el fracaso de la cumbre de Bruselas y se imputaba a la primera ministra. El secretario de Estado británico de Transportes, Paul Channon, reaccionó calificando la iniciativa de su homólogo belga de "improcedente" y "fuera de lugar".

En contra de lo anunciado inicialmente, De Croo no explicó a los 320 millones de consumidores europeos, quién era el culpable de que no puedan en el futuro beneficiarse de tarifas más baratas. No culpó al Reino Unido ni a España, y en los pasillos lamentaba que a veces grandes proyectos no prosperen a causa de pequeños territorios como Gibraltar en la península Ibérica o la localidad de Fourons, en Bélgica, cuyo conflicto lingüístico ha provocado la caída de algún Gobierno.

En la capital belga, los reparos contra la dama de hierro fueron mucho menos velados que en Luxemburgo y, al concluir el Consejo Europeo, Margaret Thatcher había logrado, una vez más, que sus interlocutores en la Comunidad Europea la criticasen unánimemente, aunque a veces con algunos matices, achacables acaso a la galantería anticuada del presidente francés, François Mitterrand, para quien la primera ministra "siempre fue así". "Tiene un cierto encanto y tonifica nuestras reuniones", añadió. Su primer ministro, Jacques Chirac, estuvo en privado a la altura de sus acostumbra das acusaciones cuando comparó su enfoque de las finanzas comunitarias con "la mentalidad de un ama de casa roñosa"

En público, el jefe de la diplomacia italiana, Giulio Andreotti, afirmó, por ejemplo que Margaret Thatcher "no acababa de entender la filosofía de la Comunidad" mientras el jefe del Gobierno griego, el socialista Andreas Papandreu, aseguraba que "esta señora está cada día más sola".

Ricos y pobres

La soledad de Thatcher permitió, en todo caso, esquivar el debate de fondo y evitar que surgiesen las tradicionales divergencias entre ricos y pobres de la Comunidad. "Aquí", afirmó satisfecho el presidente español, Felipe González, "no se ha reflejado la idea de un debate Norte-Sur", pero eso no significa, señalaba un miembro de su séquito, "que no permanezca subyacente". Las 13 páginas a las que 11 Estados miembros dieron su visto bueno son lo suficientemente vagas como para poder ser objeto de un consenso casi general.

Un ejemplo de esa ambigüedad son los párrafos que consagra a los fondos estructurales, que pretenden atenuar las diferencias de desarrollo entre las regiones de la Comunidad Europea, sobre cuyo aumento no se pronuncia, pero recuerda que la CE preconiza su duplicación de aquí a cinco años.

Una discusión sobre el necesario incremento del presupuesto destinado al principal instrumento de la solidaridad comunitaria hubiese enfrentado, obviamente, a los países septentrionales con los meridionales, dentro de la CE.

Pero no se llegó a producir el choque, en parte porque, ante las reticencias británicas, González y sus homólogos de Grecia, Irlanda, Portugal e Italia prefirieron obviarla conformándose con una aprobación a "grandes rasgos" de un documento que suponía un paso en su dirección. "Otros", comentó Thatcher más tarde, en tono despectivo, "aprueban cosas sin discutirlas".

Wilfried Martens, el primer ministro belga, que presidió la cumbre, estimó en su conferencia de prensa final que el consenso casi unánime en tomo a su documento permitirá "avanzar en línea recta hacia su concretización", que tendrá lugar la próxima cumbre en diciembre en Copenhague. Más cauto y consciente de las reservas de Thatcher y de sus propias reticencias, el canciller alemán occidental, el Helmut Kohl, pronosticó que la reforma no estaría a punto antes de un año.

Reacciones diversas

[El presidente del Parlamento Europeo, el británico lord Plumb, y diversos portavoces de los grupos parlamentarios expresaron ayer su decepción por la cumbre. Plumb señaló que el Consejo Europeo se enfrentó a los problemas de la CE, pero sin ofrecer soluciones a medio plazo, según las agencias de Prensa.

En la RFA, un portavoz democristiano dijo que se ha demostrado el firme propósito de los doce de seguir adelante hacia la unión europea, mientras la oposición socialdemócrata consideraba la reunión un completo fracaso. Por el contrario, el presidente francés, Frangois Mitterand, recalcó ayer que, pese a los obstáculos, Europa "sigue adelante", y como su su primer ministro, Jacques Chirac, consideróron un éxito la cumbre.]

Más información en la página 11

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