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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gorbachov y los tabúes del socialismo

EN EL Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) que acaba de concluir en Moscú, el líder Mijail Gorbachov ha puesto sobre la mesa dos problemas decisivos y muy sensibles para las grandes masas de la población soviética: el paro y los precios. Dos temas tabúes, porque el empleo seguro y la baratura de los productos y servicios básicos han sido presentados siempre como los signos de la superioridad del llamado socialismo real. Un comentarista soviético ha dicho que la perestroika obligaría a perder la virginidad ideológica. Quizá haya llegado ese momento. En todo caso, nunca anteriores intentos de reforma han llegado tan lejos.La pregunta que surge es la de si estos propósitos formulados ante el comité central podrán ser llevados a la práctica. Las dificultades son enormes, porque se trata de remover una gigantesca mole administrativa de rutinas y privilegios. Pero está claro que la reforma es imposible sin romper esos dos tabúes. No se puede pedir a los jefes de empresa que pasen a un cálculo económico de sus resultados si están atados por precios de Estado y obligados a conservar ejércitos de empleados improductivos o de bajísimo rendimiento. Cabe evitar los términos capitalismo y socialismo por la carga ideológica y las deformaciones históricas que conllevan, pero el problema de fondo para Gorbachov es cómo pasar de una economía estatalizada a una economía de competencia.

Abordar este problema en las condiciones soviéticas supone cambiar el marco de vida al que han estado acostumbrados millones de personas durante décadas. Generaciones enteras han vivido con la tranquilidad de que el empleo, incluso con ingresos bajos y un horizonte gris, era intocable. Las "aguas estancadas" a las que alude Gorbachov, comparándolas a la corriente de la reforma, tienen raíces profundas en la sociedad soviética. Por eso, la reforma, sobre todo en la etapa actual, puede tener efectos sociales negativos para ciertas categorías de la población; efectos, por otro lado, inevitables en el proceso de sacar la economía de la URSS de su estancamiento.

Gorbachov ha sido claro. Ha dicho que no se trata de un "perfeccionamiento parcial", sino de una "reforma radical de la política de precios", ligada a la reestructuración de todo el mecanismo de los precios al por mayor, de venta al público, tarifas, etcétera. En la cuestión del empleo ha usado un tono más defensivo, negando que se trate del paro tal como existe en Occidente. Pero la sustancia ha quedado clara en las declaraciones del presidente del Comité de Cuestiones Laborales y Sociales, Iván Cladkin, que considera probable que la reforma exija "recolocar" una cifra superior a 10 millones de personas, agregando que el Estado no puede garantizar un empleo en el mismo lugar de residencia.

Un punto esencial de las tesis de Gorbachov es que la nueva etapa de la reforma no llegará bruscamente: se abrirá un período en el que los nuevos métodos coexistirán con los viejos; una etapa, pues, de lucha y contradicción entre los viejos métodos administrativos y los nuevos métodos económicos. Aunque estos últimos obtengan el respaldo de un conjunto de leyes que deberán ser aprobadas antes de fin de año, cabe hacer la pregunta de "quién vencerá a quién". Los elementos conservadores podrán recibir en esta etapa apoyos sociales de sectores que vean en la reforma una amenaza para sus condiciones de vida.

Todo ello subraya la importancia de la lucha más directamente política en los órganos de dirección del partido y de los cambios que en ellos acaban de ser realizados. El aterrizaje de la avioneta alemana occidental en la plaza Roja ha ayudado a Gorbachov a reducir el poder de los militares, posible foco de resistencia conservadora.

La fase de transición que se abre con el comité central durará un año. En la conferencia extraordinaria del partido, en junio de 1988, Gorbachov piensa que la reforma estará en una vía de no retorno. Pero la andadura de este año no está exenta de peligros.

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