Extradición de Marzinkus
Según una noticia de la agencia Efe recogida en la Prensa de hoy, 20 de junio, "el Vaticano no concederá la extradición de Marzinkus (...) La negativa podría resucitar la polémica en tomo a las relaciones entre el Estado italiano y la Iglesia". ¿Sólo entre estos dos entes jurídicos? Pienso que no. Esta controversia irá más allá de un simple contencioso diplomático. Me explico.Por mucho que al no creyente y a los católicos de a pie se nos venga machaconamente distinguiendo entre Estado Vaticano, Santa Sede y Papa, sabemos que, en el fondo, todo viene a ser lo mismo: tres aspectos diferenciados de una misma realidad, en cuyo vértice está Su Santidad de turno.
La Iglesia fundada por Cristo como Pueblo de Dios no es una dictadura; pero su organigrama, como institución, se parece mucho en cuanto quien ordena/manda/prohíbe y corta y pincha el bacalao en última instancia (con el actual Pontífice, y con excesiva frecuencia, también en primer instancia, incluso al margen de los episcopados locales) es siempre el Papa.
¿Y entonces qué ocurre? Que, naturalmente, todo lo que se guisa tras los muros vaticanos lo sabe, lo permite o lo ordena directa o indirectamente el Papa. Me refiero a los asuntos de importancia, no a chapuzas de menor cuantía. Por ejemplo: tengo mi experiencia de obtener una bendición papal al cabo de una hora, sin esperar y tener que volver a la semana siguiente..., a cambio de darle al monseñor una pequeña propina de 5.000 liras. ¡Peccata minuta! En este caso, ¿por qué no se permite la extradición del arzobispo Marzinkus? Algo huele mal en Dinamarca. Si este señor es inocente, miel sobre hojuelas: que se le juzgue y aparezca a la luz pública su inocencia. Si es culpable, aunque sólo fuere de ingenuidad (increíble en un vaticanista), que se le condene como a cualquier hijo de Eva.
Qui tacet consentire videtur (Quien calla, otorga), dice el antiguo adagio. La negativa del Vaticano sonaría a "callar / otorgar" con resonancias pretéritas cuando, verbigracia, se cargaban a un Papa y los belicosos cardenales y nobles afirmaban que había fallecido de muerte natural o infarto. Entre paréntesis: ¿por qué en circunstancias sospechosas no se les hace a los Papas fallecidos la correspondiente autopsia? Se evitarían muchos comentarios, malentendidos, dudas y sospechas que se prolongan, como nube negra y maléfica, a lo largo de la historia de la Iglesia. Por consiguiente, señor arzobispo Marzinkus, para evitar que se escriba un nuevo capítulo de esa historia negra, ¡entréguese!- César Arner Bueno. .
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