Brocha gorda
Aunque es un veterano del cine español, Ricardo Palacios está todavía en la etapa de aprendizaje de la parcela de dirección. Pero ya en el aprendizaje, e incluso cuando les sale una mala película -como es el caso de En penumbra, filme frustrado pero hecho por un auténtico cineasta-, se nota quién está y quién no está dotad o para sacarle partido a este oficio, y Ricardo Palacios sabe desenvolverse en él.Ha realizado en Biba la banda una comedia esperpéntica, algo tosca y no enteramente original. En parte la película recuerda a La vaquilla, de Berlanga, y no sólo por algunos parentescos argumentales superficiales, sino por el tipo de personajes, situaciones y hasta por el empleo deliberado de la brocha gorda para hacer miniaturas.
Biba la banda
Dirección y guión: Ricardo Palacios. Fotografía: Domingo Solano. Música: Manuel Asins Arbó. Producción española, 1967. Intérpretes: Alfredo Landa, Óscar Ladoire, José Sancho, Fiorella Faltoyano, Mario Pardo, Antonio Ferrandis, Florinda Chico, Miguel Ayones, Manuel Alexandre, Rosa Morales, Ricardo Palacios. Estreno en Madrid: cine Coliseum.
Pero esto lo hace Palacios con gracia propia, extraida de una anécdota en sí mismo pintoresca, y de un buen entendimiento de las peculiaridades cómicas de cada uno de los actores, de quienes a veces extrae buenos momentos. Por ejemplo, el caso de Alfredo Landa, que aquí vuelve a su escuela -él es único maestro y único alumno de ella- del más puro landismo de los comienzos de su fama, y lo hace mejor que nunca, con gracia a raudales.
El ritmo de la película no está del todo logrado, no es suficientemente suelto. Es trepidante, pero no tanto como debiera serlo. Hay en él pequeños atascos, morosidades, y junto a secuencias bien resueltas hay otras donde el pulso del realizador es inseguro y da sensación de torpeza, de habilidad en la concepción y no en la ejecución.
Pero hay otros instantes de Biba la banda en que esta película cobra algo de agilidad, y entonces provoca hilaridad sin sacacorchos. Ciertamente se trata de una hilaridad facilona las más de las veces, e incluso en ocasiones un poco chocarrera. Por ejemplo, en uno de los abundantes chistes gruesos que contienen los diálogos se alude a "los cuatro jinetes del Apocaleche", lo que no parece realmente un caso de humor muy sutil, cosa que, por otra parte, el ajutor del filme, Ricardei Palacios no busca.
Óscar Ladoire, Mario Pardo, Antonio Ferrandis y el propio Ricardo Palacios, como casi todos los componentes del largo reparto, realizan también composiciones graciosas, y a través de ellos esta película menor y sólo a medias lograda funciona, se deja ver, discurre sobre lo que de aceptable tiene la brocha gorda premeditada y cumple dignamente con sus objetivos, que no son muy ambiciosos ni complejos: hacer pasar el rato con metralla en dulce.
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