La herencia del monitor

La experiencia de estos dos artistas, reunidos en un espectáculo dificil pero claramente bello, provoca una asimilación distante de cómo en los artistas de vanguardia de Japón actúan las corrientes actuales. Es un botón de muestra muy valioso, pues hace convivir con suavidad la tradición con el lenguaje de anticipación cientificista.Merce Cunningham hizo a partir de 1959 experimentos con el vídeo. Se le considera pionero en relacionar la técnica de la grabación magnética con la danza. Y es memorable la foto donde aparece danzando rodeado de primitivos monitores que reproducen su imagen. Hoy, Yamaguchi vuelve a este esquema, pero con una tecnología avanzada. Su primer cuadro provoca que la mano no sea la mano y adquiera un reflejo antropomórfico distinto.

Después sale la dama, serena, quieta en su concentrado ejercicio y danza frente al objetivo, por donde Yamaguchi la enfoca, haciendo pensar que quizá es también el minimalismo arqueología asiática, como el abanico plegable, la imprenta, el papel moneda y la pólvora. El acto de baile tradicional acompañado de música moderna occidental se mezcla en el monitor con una estética de duplicaciones y espejos.

La segunda danza, con una vara que puede ser lanza, remo o pértiga, se mantiene en un ambiente clásico. Después Hanayagi se transforma y da su visión del sur de Estados Unidos. Un rito que culmina con la cópula con el cisne de atrezzo. Son dos piezas complejas que reúnen esencias muy sutiles de la danza académica o ballet blanco, la mitologia greco-romana y la prepotencia machista del cowboy. Luego hace Bastón, especie de metáfora del viaje del arte a través del hombre.

Agua sobre fuego

El espectáculo termina con la proyección de imágenes en efectos de caleidoscopio: agua sobre fuego, cascadas y llamas, llamas y cascadas. Un cristal perfectamente geométrico y abstracto cierra el ciclo cuando los monitores devuelven el espectro. El público no demostró demasiado entusiasmo; era el efecto de la distancia imponiéndose una vez más.La Hanayagi es una gran artista que convierte el espacio en algo palpable, trasmitiendo un respeto silente sobre su trabajo. Ahora bien, es críptica. Cosas que para nosotros apenas son los gajos sueltos, para ella son el álabe simbólico donde se sostiene. Su danza no tiene saltación, sino solamente tránsito entre pasos y contricciones. Es dificil, pero a pesar, deja traslucir su elevada factura.