Alicia de Larrocha: "Una vida musical no tiene medidas"
La pianista catalana actúa hoy en el teatro Real de Madrid
Alicia de Larrocha (Barcelona, 1923) tenía 11 años cuando debutó en Madrid. No se acuerda de cómo iba vestida ni de si se emocionó especialmente. Sólo te queda la sensación de vergüenza que tuvo al terminar, cuando el director Fernández-Arbós, entre una marca de aplausos, la levantó del suelo y le dio un beso. "Le picaba la barba", dice la instrumentista española de mayor proyección internacional, que hoy actúa en el teatro Real de Madrid en un concierto homenaje a Rubinstein. "Una vida musical no tiene límites ni medidas", afirma la pianista.
Un programa que incluye en su primera parte obras de Chopin, y en la segunda, otras de autores españoles (Mompou, Falla, Granados y Albéniz) es el que presenta hoy Alicia de Larrocha. Las de estos últimos autores fueron dedicadas a Rubinstein (1887-1982) o están relacionadas con él. Es la forma de homenajear al gran pianista, del que Larrocha fue amiga, en el centenario de su nacimiento. El concierto está organizado por la Fundación Isaac Albéniz y es la inauguración del IX Concurso Internacional de Piano de Santander.Antes de la entrevista, Alicia de Larrocha está ensayando, pero no a Chopin ni a ningún español, sino un concierto de piano de Schumann. Cuando termina, sale aferrada a dos bolsos de mano, y su aspecto de mujer de la calle, sin extrañas sofisticaciones, la convierte de inmediato en alguien accesible. En 1972, en la revista norteamericana Newsweek, se decía: "Alcanzó el reconocimiento de ser la más importante pianista femenina, y ha sido calificada como la más pequeña gran pianista del mundo". Larrocha es pequeña y simpática.
Cuando se le pregunta por qué estaba ensayando a Schumann, responde que en unos días tocará en Londres uno de sus conciertos. ¿Con qué orquesta? Se llena de dudas. Saca una carpeta de uno de los bolsos y revisa los papeles. "La Philarmonia", informa con aire de despiste.
Lleva 22 años viajando continuamento. En Estados Unidos el reconocimiento le llegó tarde, pero ahora en todos sus conciertos se pone el cartel de no hay entradas. "No me molesta viajar, sino al contrario", dice. "Me gusta y lo necesito. Cuando llevo seis días en una ciudad ya tengo ganas de hacer las maletas. El mundo se ha hecho tan pequeñito que no tengo domicilio fijo".
No da demasiada importancia a su reputación como intérprete de música española, y dice que al igual que en casa de un panadero hay mucho pan, la música española se entremezcla con su vida. Su madre y su tía fueron alumnas de Granados, y a los cinco años actuó por primera vez durante una conferencia de Joaquín Turina -en un piano con unos tacos de madera sobre los pedales para que pudiera llegar a ellos- Afirma que sus fuentes están en Mozart y en Bach, y luego en Schumann y otros compositores del XIX; es decir, raíces clásicas y románticas.
Autoexigencia
Larrocha frunce el ceño cuando se dice que ella fue niña prodigio. "No acepto ese término, se lo ha inventado la gente para explotar a cualquier niño con aptitudes. Mi familia para esto fue excepcional, ya que me dejó desarrollar mis cualidades normalmente". Se considera una tímida que sufre al ponerse delante del público, y nunca se siente satisfecha de lo que hace: "Me odio a mí misma. Todo lo que hago me parece espantoso, en la música y en todo". Después de afirmar algo tan rotundo dice a modo de disculpa que su sinceridad la pierde un poco, por lo que procura esquivar las preguntas personales.Es una agradable contradicción, porque Larrocha se desborda en lo que cuenta, y se detiene meticulosamente en sus recuerdos. Rubinstein le regaló una pulsera cuando era niña. No se la ponía para no perderla y siempre que veía al pianista éste le preguntaba por el objeto. Hasta que la llevó a un recital y aplaudió tanto que el objeto salió despedido. Puso anuncios, ofreció recompensas, pero la pulsera se había esfumado. "Nunca le dije que la había perdido".
La pianista afirma que en su oficio una carrera no es una carrera, "sino un desarrollo del espíritu, de la técnica y de la mente, aparejado con la vida". Algún pájaro se debió colar ayer en el leal porque mientras ensayaba le cayeron sobre el piano dos plumas. Larrocha pregunta que qué significa eso. Alguien habla de palomas y ella tiene una ocurrencia: "Claro, Paloma O'Shea [presidenta de la fundación organizadora del concierto]". Guarda las plumas de nuevo en uno de sus enormes bolsos, seguro que con la entrañable ilusión de que le traerán suerte.
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