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Casta verdadera en los novillos de Ortigao

Ortigao / Requena, Leria, Valenzuela

Novillos de Ortigao Costa. Bien presentados y encastados. José Requena: silencio; silencio. Ángel Leria: oreja; ovación. David Valenzuela: dos orejas; palmas. Plaza de Barcelona,31 de mayo.

La auténtica casta del toro bravo fue ayer patrimonio de los novillos portugueses de Ortigao Costa. Desde el primero al último tenían, por añadidura, trapío, cuajo, finura de cabos, algunos enmorrillados, todos codiciosos en la embestida, y por su brava condición, transmitían emoción al tendido desde que tomaban el capote hasta la estocada. Sin doblar los cuartos traseros morían tragándose la sangre y era, al final, en el arrastre, la ovación clamorosa con que la afición barcelonesa les rendía homenaje.Ángel Leria, el más placeado de la terna, atesora un toreo de capa con personalidad a la hora de embarcar. Ajustadas verónicas con bellos remates en la media caldeaban de por sí el cotarro que desbordaba entusiasmos en la interpretación lenta del toreo de muleta con ambas manos.

Ante su primero el desmayado natural, adelantando la franela al cite para embarcar con suavidad rematando parsimonioso en la zapatilla. El derechazo recio, tragando paquete, ante su segundo, doblegaba a su dominio la áspera embestida del novillo que fatalmente bregado en el tercio de banderillas llegó descompuesto. Antes vibró la plaza con la ejecución de dos pares de banderillas de Agüero.

A David Valenzuela le dieron las dos orejas del tercero por torear al natural impecablemente. Bajar la mano, cargar la suerte y ejercer la ligazón fue, en tres tandas, lo mejor de la tarde rubricado por un volapié de antología. La otra versión, la inepta y falta de entendimiento, llegó ante el sexto, un bello ejemplar, aplaudido de salida, que tenía un nivel de lidia al cual aún no ha llegado este joven matador, por el momento.

Para venir a esta plaza no está preparado José Requena, tercer espada de la terna, que al igual que sus compañeros dispuso de buenas oportunidades. Su embarullada concepción del toreo y falto de sitio, con una carencia grande de oficio, le mostró en inferioridad de condiciones.

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