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FERIA DE SAN ISIDRO

El toro en capilla

J. V. A las doce de la mañana de cada día de corrida se efectúa el apartado de los toros. Antes habrá sido el reconocimiento veterinario. Apartados los toros, entran en capilla; es decir, aguardan en el chiquero su lidia y muerte. El reglamento taurino dice en su artículo 79 que habrá una vigilancia compuesta por el mayoral de la ganadería, un representante de los toreros, dos vaqueros de la empresa, para que nadie pueda dañarlos o debilitar su fuerza.

Desde el apartado hasta que salta el primer toro a la arena, pasa mucho tiempo. En San Isidro, siete horas; y si es el sexto, lo menos nueve. Si durante todo el tiempo que los toros permanecen en capilla se produce algún fraude, será porque no existe la vigilancia que prevé el reglamento o porque mayoral, representante de los toreros y vaqueros se ponen de acuerdo para que actúe el tío del serrucho u otro siniestro personaje. En siete horas el tío del serrucho puede hacer con las astas encaje de bolillos.

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Si un toro se desmocha en los corrales, o se inutiliza de cualquier otro modo, procede sustituírlo en el acto y comunicar al público por megafonía lo ocurrido. Sacarlo de todos modos a la arena sería una irregularidad de confusos propósitos.

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