Contrastes de España

LOS ÚLTIMOS datos publicados la pasada semana so bre la situación económica española contienen ele mentos capaces de dar pie a interpretaciones de muy diverso signo. Algunos representantes de la Adminis tración socialista se han precipitado a comentar los indicadores que resultan más favorables a las tesis oficiales, descuidando otros aspectos más desagrada bles. Se ha hablado mucho del índice del coste de la vida, menos de los datos de la encuesta de población activa, y nada de los resultados del comercio exterior correspondientes al mes de abril. El crecimiento del índice de precios de consumo en el mes de abril fue, a pesar de la moderación que se muestra en los datos estadísticos publicados, idéntico al registrado hace un año: 0,2%, que se compone de un descenso del 0,5% de los productos alimenticios y de un crecimiento del 0,6% del resto del índice. Este resultado no es demasiado favorable, ya que el mantenimiento de una tasa de aumento del 0,6% a lo largo del año no sena compatible con los objetivos oficiales de alcanzar un 5% a finales de 1987. Sin embargo, de momento no hay nada decidido ni a favor ni en contra de las tesis oficiales.

En cuanto a la evolución del empleo y el paro, los resultados de la encuesta de población activa correspondientes al primer trimestre que acaban de ser hechos públicos dejan bastante que desear. En la nota oficial se evitaba mencionar con todo cuidado que el número de parados, según la encuesta, ha superado ya el famoso listón delos tres millones. Se ha insistido en el aumento de la población activa (84.000 personas) como consecuencia de la mejora de la situación económica, al animarse a buscar trabajo una parte de la llamada población desanimada, es decir, aquellas personas que no buscan un empleo por considerar que tienen escasas posibilidades de encontrarlo. En el primer trimestre de 1986, la cifra correspondiente fue de 62.000. Sin embargo, se ha omitido decir que el aumento del número de parados (68.000) fue mucho mayor que el que tuvo lugar el primer trimestre del pasado año de 1986, período en el que el aumento fue de 37.000 personas.

Algo parecido sucede con el empleo en España: el aumento de la población ocupada en el primer trimestre de este año ha sido netamente inferior al registrado en cualquiera de los trimestres de 1986. Y esta evolución se ha producido a pesar del fuerte crecimiento de la economía que, según declaraciones oficiales, ha tenido lugar en los primeros meses de 1987. La creación de empleo en el sector privado, especialmente int ensa en los meses centrales del pasado año, se ha detenido en el primer trimestre del actual. Esta evolución es particularmente nítida en el sector de los servicios.

En cuanto al comercio exterior, el aumento de las importaciones en abril se ha situado en torno al medio billón de pesetas, frente a unas exportaciones que apenas alcanzan los dos tercios de esta cifra. De mantenerse esta tendencia a lo largo del año, el déficit comercial duplicaría el excedente de la balanza por' cuenta corriente. Esta evolución no debería alarmar en exceso si, como parece, la mayor parte de las importaciones es de bienes de equipo. Pero a largo plazo se plantea un serio problema de competitividad para la economía española, que ha perdido la ventaja que le procuró la caída del precio del petróleo.

Los datos disponibles correspondientes al primer trimestre de 1987 reflejan, pues, una evolución de la economía bastante contrastada, distante del cuadro abusivamente asimplificado de algunas interpretaciones que se hallan excesivamente influidas por las conveniencias electorales.