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La función de la crítica es llamar la atención, según Clement Greenberg

., "El papel del crítico no es otro que llamar la atención del público", manifestó en un coloquio Clement Greenberg, uno de los más prestigiosos críticos de arte de Estados Unidos, actualmente en Barcelona para observar el desarrollo de la experiencia colectiva Art Triangle, en la que participan 40 artistas americanos y europeos y que se alargará hasta el 1 de junio. "A través de un comentario lo que se está diciendo al lector es que analice él mismo la obra", añadió. ,

Junto a Harold Rosenberg, Greenberg ha sido, desde principios de los años cuarenta, uno de los principales defensores del expresionismo abstracto americano, representado por autores como Pollock, De Koening o ModerweIl. Desde su participación en la revista Partisan Review, que aglutinaba a intelectuales de izquierdas, su pensamiento ha ido evolucionando hacia unos planteamientos radicalmente formalistas que han influido poderosamente las últimas generaciones de críticos americanos.

Buscar al artista

"El crítico o cualquier enamorado del arte debe ir donde se encuentra el artista", manifestó a propósito de su estancia en Barcelona, donde ha sido invitado por el escultor Anthony Caro, impulsor de esta experiencia, cuya primera convocatoria tuvo lugar en la localidad norteamericana de Pine Plain, en 1982. "Ahora bien", continué Greenberg, "no se trata en ningún modo de discutir teorías con los artistas. Que el artista explique su propia obra no es pertinente y si siente la necesidad de hacerlo, peor para él. Además suele ser muy aburrido".Opuesto a cualquier transmisión de contenidos a través de la obra de arte, Greenberg, que en su momento defendió a creadores desconsiderados por la crítica consolidada, es un firme opositor de la pintura de Picasso posterior al 1945. Según él, por ejemplo, el Gernika adolece de un exceso de narratividad.

"La única verdad es la propia experiencia artística", manifestó durante el coloquio. "Por mi parte, he aprendido más de mis errores que de mis aciertos. La infalibilidad a la hora de juzgar una obra no existe", añadió quien pasa por ser uno de los ejos más lúcidos de la pintura contemporánea.`No se trata tanto de decidir que es lo que te gusta y lo que no, sino de avalar con argumentaciones un determinado gusto". Preguntado sobre si se sentía capaz de dar una definición de este último concepto, señaló: "Mejores mentes que la mía han fracasado en el intento. El juicio artístico no se puede demostrar, es siempre subjetivo".

A propósito de la comercialización del arte y de los gustos impuestos por la modas, Greenberg apuntó: "Las opiniones se crean por condicionantes muy difíciles de explicar. Achacarlas únicamente a la comercialización me parece demasiado simplista. Mucha mala obra está por encima de su precio de venta, pero eso no es tanto culpa de los marchantes, como del público que las adquiere".

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