El ex comandante de la Gestapo llevó el nazismo a Bolivia

Gustavo Sánchez Salazar, ex ministro del Interior boliviano, y autor del libro Barbie en Bolivia, aportó ayer su testimonio sobre la expulsión del ex comandante de la Gestapo de su país. Sánchez Salazar intentó demostrar al tribunal que los crímenes contra la humanidad perpetrados por el acusado hasta 1945 tuvieron su prolongación en la formación de grupos paramilitares en Bolivia, instrucción para los interrogatorios y la tortura, creación de redes de conspiración nazis, tráfico de armas y apoyo a las dictaduras."Barbie nunca rompió un hueso a nadie, pero estaba detrás de quienes detenían ilegalmente, torturaban y asesinaban", asegura Sánchez Salazar.

"En los golpes militares en Latinoamérica nunca había sucedido lo que está pasando ahora, en cuanto a desaparecidos, torturas, grupos armados paramilitares", afirma el ex ministro boliviano.

"Son los viejos nazis quienes han introducido sus métodos en todo el continente", añade. "En el caso de Bolivia, nunca se habían producido esos horrores antes de que Klaus Barbie empezara a prestar su ayuda para el golpe de Barrientos, ya en 1964", dice.

Sánchez Salazar presenta a Barbie como un jefe nazi respetado y obedecido por los militantes de extrema derecha.

En su libro aporta fotos de dos documentos que parecen decisivos: una carta de un militante de extrema derecha, en la que le pide empleo para un amigo y entrenamiento militar, y un protocolo firmado con el servicio de información del Ejército boliviano en el que Barbie se compromete "a participar directamente en planeamientos y operaciones que requiera el Ejército de Bolivia".

Una de las tareas emprendidas fue la creación del grupo Los novios de la muerte, entre los que se contaban los dos italianos Stefano delle Chiaie y Pierluigi Pagliai.

Este grupo paramilitar participó en el golpe de Estado que derrocó al Gobierno de Lidia Geiler y que llevó al poder a García Meza, uno de los dictadores del narcotráfico.