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Huir del monotema salarial

Xavier Vidal-Folch

El ministro de Economía, Carlos Solchaga, realizó ayer un esfuerzo, en ocasiones autocrítico, por no centrar la discusión en la polémica cuestión del aumento salarial en torno al 5% y sus derivaciones. También repartió alguna crítica más allá de las actitudes sindicales, sobre comportamientos o peticiones empresariales.Ante las críticas al funcionamiento de la empresa pública, Solchaga opinó que "no se puede decir que la empresa pública esté peor gerenciada que la privada", aunque eso sería lo normal, "dados los bajos sueldos de los directivos públicos". Completó la frase con un alegato en el sentido de que los ajustes "más traumáticos, los más importantes y los más significativos" se habían realizado en el sector público, y no en el privado: los valles mineros asturianos, Reinosa, Sagunto y El Ferrol.

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El titular de Hacienda aseveró también que la privatización de empresas públicas sólo se realizaría "según y cómo", y no a destajo, como se le pidió, y puso los ejemplos de Seat, SKI` y CAMPSA, a la par que recordó que los gobiernos socialistas habían sido, desde la transición, los primeros en no nacionalizar compañías privadas quebradas.

A las peticiones de exportadores de modificar el tipo de cambio, Solchaga dijo que no caería "ni en la trampa de la devaluación ni en la de la política monetaria acomodaticia". Aseguró que algunas dificultades de exportación se debían a carencias de comercio exterior imputables a "este lobby de empresarios que ha evitado la creación de redes comerciales españolas en el exterior", porque siempre habían fundado sus estrategias en presionar para obtener devaluaciones compensatorias.

De parecido corte fue el comentario sobre la solicitud de generosidad para aflorar dinero negro: "No estamos pensando en amnistías fiscales de ninguna naturaleza", dijo, porque si bien algunos la acogerían con alivio, éste se debería a "haber logrado lo mismo que en la década anterior, no pagar impuestos".

Carlos Solchaga aceptó la lamentación de un profesor por la excesiva insistencia en limitar los costes laborales y no tanto los del capital: "Admito su crítica de no cuidar suficientemente el coste del capital, pero tampoco se puede fijar tipos de interés bajos de forma artificial". El ministro se mostró también escéptico sobre la evolución de los tipos de interés "mientras no haya una aproximación más generosa al problema de la deuda del Tercer Mundo".

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