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El Papa evoca el absolutismo frente a una Europa secularizada y "caótica"

Francesc Valls

El papa Juan Pablo II llamó ayer a una actuación coherente de todos los cristianos en una Europa cada día más secularizada que "camina hacia la ruina y el caos". Wojtyla; que horas antes había presidido un frío encuentro ecuménico, recordó a los gobernantes absolutistas que sabían que "sus poderes sobre los demás no venían de ellos mismos, sino que les eran confiados por Dios". En este clima de exaltación de una Europa cristiana como base de un continente unido concluyó el segundo viaje que Juan Pablo II realiza a la República Federal de Alemania.

El encuentra ecuménico que se celebró en Augsburgo había despertado muchas expectativas, pero resultó más frío que el realizado hace siete años, cuando el Papa urgió la unión para hacer frente "al monstruo del ateísmo". Ayer, en la basílica de San Ulrich y Santa Afra, el tono fue muy distinto, quizá porque la comisión creada hace siete años entre protestantes e Iglesia católica ha topado con problemas de dogmas religiosos que son difíciles de superar.

Juan Pablo I no aplaudió el mensaje leído por el obispo luterano Martin Kruse, quien, tras afirmar que no se puede dejar "que el fuego ecuménico se convierta en cenizas", recordó las palabras del teólogo protestante Edmund Schlink: "No debemos considerar a las otras comunidades cristianas como planetas que giran alrededor de nuestra Iglesia tal como antes de Copérnico se creía que los planetas giraban alrededor de la Tierra". Los aplausos interrumpieron al luterano, que se dirigía al público congregado en un templo católico.

El Papa, sin embargo, se mostró mucho más cauto, y dijo que también los discípulos de Cristo estaban impacientes para conocer la llegada del reino de Dios: "No nos corresponde conocer el tiempo y el momento que el padre ha fijado con su autoridad", dijo Wojtyla, haciendo una cita bíblica.

No obstante, tuvo palabras de agradecimiento por la actuación de la comisión intereclesial citada, creada con motivo de la reunión que hace siete años mantuvo con los protestantes en Maguncia

La unidad de Europa

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En Spira, el Papa se manifestó en un tono muy ecuménico al referirse a la unidad de Europa, que debe combatir contra una sociedad secularizada: "Una Europa cristiana puede ser un punto de partida y el corazón de la paz mundial". Por lo demás, Juan Pablo II pintó un cuadro bastante devastador. Los cristianos, dijo, deben hacer oír su voz en esa Europa que "camina hacia la ruina y el caos". A menudo los mandamientos de Dios son reconocidos en las constituciones de los países europeos, pero es necesario que los cristianos hagan oír su voz, insistió Juan Pablo II.

En una alusión especial a los países del Este, donde la libertad de culto está restringida, recordó que los gobernantes absolutistas de la Edad Media reconocían que sus poderes venían de Dios, mientras que los absolutistas actuales se hallan cada día más alejados de él.

"Individualmente se puede contribuir a la construcción de una Europa mejor, como la Europa de los grandes santos", precisó el Papa, que, no obstante, quiso dejar claro —-como ya dijera el domingo pasado en Múnich— que donde no se respetan los derechos de Dios no se respetan los de los hombres. Recordó a santos como Hugo de Cluny y Bruno de Colonia, entre otros, cuyos trabajos continuaron Francisco de Asís o Ignacio de Loyola.

En su defensa de la civilización cristiana, el Papa ya había recordado por la mañana a los seminaristas de Augsburgo que la familia es fundamental para las nuevas vocaciones sacerdotales. Juan Pablo II dijo que había que volver a la oración, y en este sentido recordó el rezo mensual del triduo: «A los sacerdotes, el jueves; al Corazón de Jesús, los viernes, y al Corazón de María, los sábados".

A los seminaristas les recomendó un profundo conocimiento de teología genuina y, tal como recomendaba san Buenaventura, que antes de empezar a leer los trabajos teológicos, comenzaran con una plegaria. A las monjas de Augsburgo les había recordado la importancia de los votos: "Vosotras, en vuestro virginal amor al Señor, encontráis el significado de vuestras vidas".

Regreso hacia Roma

Antes de emprender viaje de regreso hacia Roma, Juan Pablo II calificó de inteligente la colaboración entre el Estado y la Iglesia alemana occidental. Juan Pablo II partió de Stuttgart hacia Roma poco antes de las nueve de la noche.

En esta segunda visita a la República Federal de Alemania, la acogida brindada por los católicos al Papa ha sido bastante menos entusiasta que la que le deparó este mismo país en el año 1980.

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