_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Esquilmado

Ya están aquí las estremetedoras pegatinas de Hacienda. Los perales de mi huerta andan en flor, el aire huele a tierra recién abierta, los mirlos están pesadísimos y los spots de El Corte Inglés llevan semanas proclamando el cambio de estación. Es igual. Sólo es primavera cuando llega el cartero con ese pavoroso sobre certificado que encierra una docena de etiquetas autoadhesivas con tu nombre, apellidos, domicilio, DNI, número de identificación fiscal y una carta del delegado de Hacienda encabezada con un pasmoso "Estimado contribuyente".Partamos de la base que los términos estimado y contribuyente se repelen, son contradictorios, enemigos mortales. Ya que los de Hacienda nos exigen tanta precisión numérica, exijámosles precisión gramatical. Señor mío: un contribuyente, por definición, es alguien esquilmado, no estimado. Cuando se le declara la guerra a alguien hay que empezar la proclama bélica siendo muy sinceros. Después está el conocido truco de los autoadhesivos. El juego de etiquetas no es para facilitar el tormento de cubrir los diabólicos impresos, como arteramente asegura mi delegado en la carta, es para acojonar. Es la manera más directa y eficaz que tienen de advertirte que estás fichado, sin escapatoria. El gran ordenador central no sólo vigila tu intimidad financiera, sino que hasta es capaz de hacer con tus datos más personales nada menos que una docena de pegatinas.

Esta vez, sin embargo, han rizado el rizo del amedrentamiento. No contentos con los autoadhesivos y con esos broncos anuncios en los que un inspector con pinta de matón de la serie B, informatizado hasta los dientes, nos intimida con miles de comprobaciones, han puesto a los sabuesos actuarios tras la pista fiscal de la farándula antes de sembrar el país de pegatinas primaverales. La operación Lola Flores fue el más astuto y rentable montaje publicitario de cuantas amenazas enarboló Hacienda para esquilmamos mejor. Ya lo dijo alguien: poco hay que admirar en la burocracia, pero hay que rendirse ante el ingenio de los inspectores de Hacienda.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_