El cenit y el ocaso
Cuando el presidente ordenó la salida del tercer toro, Juan Antonio Ruiz Espartaco abandonó el burladero y, con paso firme, inició el camino de la puerta de toriles, mientras parte del público le gritaba: ¡no!, ¡no!, recordando que tres días antes, Pepe Luis Vargas pasó de esa puerta a la de la enfermería.Evidentemente, el diestro de Espartinas no hizo caso a tan emocionado requerimiento. Quería demostrar que no es cierto todo lo que se ha dicho de que sólo los modestos se juegan la vida, mientras las figuras se alivian una tarde y otra. El diestro no consiguió vaciar debidamente al toro, y éste le infirió un puntazo en la cabeza, muy cerca del ojo izquierdo.
Sangre escandalosa
El escándalo de la sangre embadurnó la cara del diestro, y tras levantarse, acudió raudo a enjaretarle un farol de rodillas.
En el sexto, tras regresar de la enfermería, estuvo valentísimo. Es preciso recordar que Espartaco tiene firmadas varias decenas de corridas de toros, y que en la feria sevillana aún tiene pendientes de matar ocho toros, entre ellos seis de Don Eduardo Miura. Está el torero en su cénit. Nada tiene que mendigar. La otra cara del momento presente de la fiesta la representa Curro Romero. Resulta difícil desde Sevilla hablar de Curro sin pasión. Lleva más de treinta años de profesión y ha sido por muchos años el ídolo de Sevilla.
Dos veces se ha encerrado con seis toros, ha toreado en la Maestranza más de un centenar de corridas, ha salido varias veces a hombros por la Puerta del Príncipe, y ha recibido muchas más broncas que ovaciones. Pero, la última vez que en Sevilla ha toreado, como le gusta a los sevillanos, fue en el mes de abril de 1984.
Desde entonces ha matado en Sevilla unas dos docenas de toros, y en todos ellos el resultado ha sido adverso. Siempre ha habido toreros desiguales, pero Curro ya no es desigual.
Contraestilo
Con regularidad matemática, sale a bronca por toro. Cuando a Rafael El Gallo le preguntaron acerca de qué toros había toreado peor, contestó: "Los que tenían. mi contraestilo". Para Curro, toda la cabaña de lidia, desde hace cuatro años, tiene su contraestilo. Curro ya no es, casi, ni el ocaso.
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