_
_
_
_
_
FERIA DE SEVILLA

Curro no es Beethoven

Hay quien esta empeñado en que Curro toree todos los toros, como si eso fuera cualquier cosa para un artista. A un artista le basta con demostrar su arte una vez, y sin son dos, la segunda la regala. Los hay prolíficos, como Beethoven, que no paraba, componía óperas, conciertos, sinfonías; hasta nueve sinfonías compuso. Curro no es Beethoven y su repertorio de sinfonías toreras se ha quedado en la quinta. ¿Habría sido justo que le tiraran almohadillas a Beethoven por quedarse en la quinta? Pues tampoco parece justo que se las tiren a Curro.Además Curro sabe de ojos y Beethoven no consta que supiera tanto. Curro advirtió ayer que su segundo toro no veía por el ojo derecho y se lo indicaba al presidente, guipándole la lentilla propia. Cuando salió a torear de muleta dio Curro la espantá, y hacía ostentosos gestos de que, ¡claro!, era imposible de otra manera, con semejante burriciego delante. Como si fuera la primera vez que Curro da la espantá cuando le salen toros con vista de lince.

Jandilla / Romero, Niño de la Capea, Espartaco

Toros de Jandilla, escasos de trapío, flojos. Curro Romero: pinchazo y estocada (pitos); metisaca pescuecero y descabello (pitos). Niño de la Capea: pinchazo y estocada caída (vuelta); dos pinchazos y estocada (aplausos y saludos). Espartaco: bejonazo y descabella Romero (silencio); estocada (ovación). Fue asistido en la enfermería de herida en la región temporal, de pronóstico leve.Plaza de la Maestranza, 25 de abril. Tercera corrida de feria.

Más información
El cenit y el ocaso

Su primero había sido un bombón y quizá le habría dado lo mismo que se tratara de trasnochado bacalao. Apuntó Curro un par de compases de la sinfonía incompleta que viene componiendo desde hace años: par de redondos finísimos y una bendición al estilo Este es el Papa de Roma, y toma, que obligó al toro a hincar el morro en la arena. Se juntan ese par de redondos, uno que dio en Madrid, aquél natural de la Malagueta, un ayudado del año del mundial y cuatro o cinco compases más, y sale la Pastoral. Pero hay que juntarlos.

¿Dijimos toro? ¿Dónde estaba el toro? No sería en la Maestranza. Ayer saltaron al rubio albero de la Maestranza unos especímenes que llaman "el toro de Sevilla" y que son el novillo de otros cosos. Peso tenían, pitones aparentes también, pero nada más de lo que importa, y mucho, como es fortaleza física suficiente para soportar la lidia, casta para embestir.

Un toro tiene peligro, de cualquier forma. El tercero, por ejemplo, le pudo dar un disgusto a Espartaco, que acudió a recibirlo a porta gayola, y lo arrolló. Salió Espartaco, del encontronazo, con la cara ensangrentada, y hubo unos instantes de horror, que acrecentó el recuerdo del percance reciente de Pepe Luis Vargas, en parecidas circunstancias. Afortunadamente las consecuencias fueron muy diferentes y el accidente quedó en una pequeña herida leve en la sien. El toro también era muy distinto. El que corneó a Vargas era un torazo y el que arrolló a Espartaco iba para rata. Por si fuera poco, se partió un cuerno y lo lidiaron de trámite.

Al sexto lo veroniqueó embraguetado Espartaco en los medios y no pudo haber más lidia pues el torete estaba tullido. Se simuló la suerte de varas y la faena de muleta consistió en una desesperante porfía ante el moribundo, que se paraba en el centro de la suerte oteando los herbazales de donde le habían sacado contra su voluntad.

De parecido corte resultó el quinto, al que sacó pases Niño de la Capea, unos templados, otros no. Y peor el segundo, aplomado, reservón y reculante. Niño de la Capea lo porfié muy cerca de los pitones, toreando más con el cuerpo que con la muleta, y la afición supo agradecer el alarde.

A Niño de la Capea y a Espartaco se les veía ayer con unas ansias enormes de triunfo (para ver las de Curro -no-Beethoven-, había que echar mucha imaginación). Salieron a por todas, sólo que "todas", si se hace cú enta de los toros, eran poquita cosa. Espartaco estuvo valentísimo. Niño de la Capea enseñó a Curro lo bien que embestía el torucho que abrió plaza en unas veránicas suavísimas, abierto el compás, limpio y cadencioso el lance.

Así, así se torea. De esta guisa, tiempo adelante, con amor, paciencia y empeño, también podría componer una sinfonía Niño de la Capea, en vez de La perrita pequinesa, que le sale todas las tardes.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_