Matanzas en Sri Lanka
HAN CAUSADO horror en el mundo los últimos actos de violencia que han tenido lugar en Sri Lanka. El atentado del viernes pasado, en pleno centro de Colombo, atribuido a los separatistas tamiles, ha sido el acto terrorista más sanguinario de las numerosas matanzas que han marcado los últimos años de la historia de Sri Lanka. La respuesta del Gobierno ha causado asimismo numerosas víctimas inocentes. Durante dos días se suceden los bombardeos de la península de Jaffna, controlada por los tamiles. Entre los muertos, según han reconocido portavoces oficiales, se encuentran numerosos civiles. El enfrentamiento entre las dos poblaciones que habitan la isla de Sri Lanka -la cingalesa, mayoritaria, y la tamil- alcanza unos extremos de violencia que parecen incontrolables. En Colombo, después del atentado del viernes, y a pesar del toque de queda decretado por el Gobierno, hubo pogroms de ciudadanos tamiles. Presionado por los militares y por el clero budista, que lo acusa de carecer de energía frente a los tamiles, el Gobierno adoptó la decisión de bombardear la zona de Jaffna.En el conflicto, histórico entre cingaleses y tamiles han predominado durante largos períodos los cauces civiles y políticos. La independencia, proclamada en 1948, permitió a los cingaleses, que representan el 75% de la. población, aplicar un trato netamente discriminatorio contra los tamiles. Éstos habían ocupado cargos importantes en la etapa colonial británica y sufrieron doblemente con su nueva situación en el Estado independiente. Sin embargo, después de las elecciones de 1977, en las que triunfó el actual presidente, Jayewardene, y su Partido Nacional Unido, la actitud moderada hegemónica entre los tamiles permitía una solución política otorgando la autonomía a las regiones al norte y al este de la isla, en las que los tamiles son mayoría.
La intransigencia cingalesa hizo fracasar tales intentos; el partido tamil moderado, el TULF, abandonó el Parlamento y perdió mucha influencia. Desde 1980 han crecido entre las jóvenes generaciones organizaciones tamiles armadas, sobre todo los Tigres de la Liberación y la Organización Revolucionaria de Estudiantes. Éstas controlan hoy la península de Jaffna y otras zonas y sus acciones terroristas se extienden a Colombo y a otras provincias de mayoría cingalesa.
Minoría en Sri Lanka, los tamiles son, sin embargo, mayoría en uno de los Estados de la India, Tamil Nadu, con 55 millones de habitantes. Ello crea unos lazos objetivos y un apoyo esencial para los combatientes tamiles de Sri Lanka. La India ha intentado realizar una labor mediadora que no ha dado frutos, sobre todo por la intransigencia del Gobierno de Cólombo: éste rechaza una solución federal que permitiría a las dos principales zonas tamiles, en el norte y en el este del país, contar con una administración común.
Su oferta se limita a "autonomías provinciales", idea que ya se barajó hace décadas y que hoy está superada por la realidad. La política del presidente Jayawardene, mezclando ofertas de paz con represiones feroces, ha contribuido a abrir un abismo entre las dos comunidades y a extender entre los tamiles, incluso moderados, la influencia de la causa independentista.
En el plano internacional, los tamiles, como minoría perseguida y discriminada, han gozado de amplias simpatías. Pero el recurso a métodos tan horribles como la última explosión de Colombo provoca un repudio universal. Sri Lanka está al borde de una situación caótica en la que el valor intrínseco de las causas enfrentadas se borra ante el horror de ciegas matanzas. Los medios militares, aunque el Gobierno disponga de una superioridad aplastante, no sirven para resolver un problema que no tiene más solución que la convivencia entre las dos poblaciones del antiguo Ceilán. Por eso lo más urgente es un alto el fuego, como ha pedido ya la organización tamil moderada TULF. El Gobierno de la India y otros Estados de la región pueden influir sin duda para frenar la actual espiral de violencia.
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