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Retorno a Sefarad

Un congreso celebrado en Toledo contribuye al acercamiento, entre las culturas judía y europea

Toledo ha sido la sede de una nueva aproximación entre las culturas judía y europea. Ésta ha sido quizá la conclusión más importante, y la más deseada por los participantes, del simposio sobre la influencia de la cultura judeo- sefardí en Europa, celebrado en la ciudad castellana. El coloquio mostró que este encuentro ha sido sólo el primero de otros que han de desembocar en la creación de un centro de investigación. El simposio tuvo una doble vertiente: por una parte, las ponencias eruditas, y por otra, un elevado tono político en los debates.

"Si no se recuerda el pasado no hay posibilidad de pensar en el futuro". Con esta frase inició la lectura de su ponencia el profesor Moshe Lazar, de la universidad de California del Sur. El pasado, la diáspora, el genocidio han estado permanentemente presentes en el simposio. "La memoria es lo que nos reúne en Toledo", afirmó Simone Vell, presidenta de honor de la Fundación Europea de las Ciencias, las Artes y la Cultura (FECAC). "Los judíos", añadió, "somos como los guardianes de la sociedad ante la seducción del olvido".La memoria de los siglos puede ser dolorosa o puede ser alegre. La im,ervención del escritor Samuel Pisar, aportando el testimomo de su experiencia en Auschwitz, fue sobrecogedora. Ante todo, este dolor contrastaba en el encuentro de Toledo a auténtica alegría de algunos sefarditas por su reencuentro en Sefarad. Fueron los sefarditas también quienes con más entusiasmo aplaudieron la propuesta del presidente de la delegación en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Miguel Martínez, de que se instale en Toledo un centro de investigación internacional sobre la cultura judeo-europea.

Uno de los lemas más extensamente tratados en el simposio fue el de las interrelaciones y posible simbiosis histórica entre las culturas judía, cristíana e islámica en la España medieval.

El debate concluyó que no se produjo una auténtica simbiosis, sino que hubo una convivencia separada de las tres culturas. "Si se hubiera producido simbiosis quizá se habrían evitado muchos problemas futuros. La realidad es que no hubo integración en general", resumió el eurodiputado Lluís Maria de Puig. Opinión en la que coincidió Moshe Lazar: "Hubo intercambio e influencias, pero no integración".

Simbiosis cultural

Durante las sesiones se utilizaron indistintamente los términos aculturación y simbiosis, conceptos que finalmente delimitó el profesor Ron Barkai, de la universidad de Tel Aviv. Barkal definió aculturación como infiltración de una cultura en o tra.En este sentido, según Barkai, se produjo una aculturación de la cultura árabe en la judía que no fue recíproca.

Las diferentes ponencias pusieron de maniniesto la influencia de la cultura judía en España, en primer término, y en Europa, en segundo. Barkal presentó el trabajo La influencia de la medicina judeo-española en la medicina europeo, en el que destaca la notable actuación de los médicos judío-españoles antes de la expulsión. La importancia de los judíos en la historia de ¡a medicina se debe, según Barkai, a varios motivos. "Trataban a los enfermos por dinero y por movilidad social. Y lo que es más importante, porque los médicos judíos, a diferencia de los cristianos, trataban la teoría y la práctica de la medicina".

Emilio Casares, musicólogo y profesor de la universidad de Oviedo, mostró en su ponencia La música judía y España: relaciones e interdependencia que gran parte de la música en la España medieval era normalmente judía.

Aunque durante los coloquios se produjeron discusiones muy vivas sobre temas concretos, una cierta prudencia presidió las sesiones. Como muestra, un ejemplo puntual. Jaume Sobrequés, profesor de la Autónoma de Barcelona, mostró gran habilidad para soslayar cualquier posible problema. Su ponencia, Algo sobre lo cristiano, lo islámico y lo judáico en la España medieval y su proyección europea recogía algunas valoraciones de ilustres historiadores, como Américo Castro o Claudio Sánchez Albornoz, sobre la influencia de los judíos en la España medieval y su expulsión en 1492. Sobrequés, al parecer aconsejado por los organizadores, según se comentó en los pasillos del encuentro, omitió la lectura de algunos párrafos que pudieran ser considerados polémicos y, en cambio, destacó los positivos. Así, salió ganando Castro, del que destacó que era uno de los autores que "ha valorado de manera más decisiva la influencia de la cultura hebráica en la edad Media peninsular".

Y perdió Sánchez Albornoz, del que no leyó su valoración de la influencia de algunos sectores de judíos conversos en el nacimiento de la Inquisición y en la expulsión.

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