Iberia 'blues'

Como trabajador de Iberia, agradezco las críticas y consideraciones que, sobre Iberia, Jesús Mosterín vierte en su artículo Iberia 'blues' en una España encorsetada, publicado en EL PAÍS el 9 de abril. También me es grato comunicarle que comparto su opinión sobre sus apreciaciones monopolísticas como filosofía de trabajo.A su vez, estoy de acuerdo en que en Iberia podríamos y deberíamos trabajar mejor; pero, ¿por qué no se hace así? Creo que existen muchas respuestas al respecto. Si usted, como lógico y filósofo, se toma. la molestia de indagar y consultar, seguro que las encuentra. Porque puedo asegurarle que ni mis compañeros ni yo mismo tenemos nada de sádicos ni nos gusta dar patadas en las espinillas a los pasajeros. Nos gusta, eso sí, cumplir lo mejor posible con nuestra obligación.

Por el tono y la agresividad de su artículo, me da la impresión de que lo escribió en un momento de pura obcecación, pues, de lo contrario, la lógica y filosofía que usted dice impartir le jugó una mala pasada. Porque, si no, ¿no hubiera sido más lógico haber buceado en los sueldos de miseria de la gran mayoría de los trabajadores de Iberia? ¿No sería también interesante conocer cuáles son las reivindicaciones sociales y profesionales de estos trabajadores? Quizás este tipo de filosofía no esté dentro del ámbito de lo que usted enseña, y por eso la desconoce.

No obstante, y estando en contra de los monopolios -como lo está usted-, puedo informarle que, en algunas ocasiones en las que ustedes los enseñantes han ido a la huelga -eso sí, quién lo duda, sin ser sádicos-, me he preocupado por conocer sus razones, y, conocidas éstas, las he apoyado desde la opción directiva de asociaciones de padres de alumnos (APA). ¿Es esto lógico?

Respecto a los intereses de España, a mí, por supuesto, también me gustaría que la enseñanza universitaria no fuese un monopolio. De ser así, seguro que de mis impuestos de ciudadano no daba por ella ni un duro. Hablo así porque conozco cómo funciona a todos los niveles. Y, si no, dígame usted: ¿le suena algo el fracaso escolar? ¿Qué porcentaje de sus alumnos aprueba las materias que usted imparte? Ante los resultados que usted y yo conocemos, ¿debería quebrar también la universidad-monopolio y, en consecuencia, también su cátedra? Tampoco ésos son los intereses de España.

Como usted puede apreciar, también yo, como cliente no masoquista de la universidad-monopolio, hago preguntas. Y no teniendo tampoco alternativa ante un mal funcionamiento, sólo me queda mi ofrecimiento público para que, dentro de mis posibilidades, aporte mi granito de arena en aras de una mejor gestión.

Y, ya para terminar, la próxima vez que ustedes los profesionales de la enseñanza vayan a la huelga, no duden en contar con mi persona para recibir mi solidaridad, que gustosamente la daré, en vez de lanzar escritos hablando de la ineptitud de su función pedagógica, su desmotivación profesional, sus malos tratos a los alumnos, sus absentismos, resultados catastróficos y un largo rosario de hechos concretos.- .