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EL JUICIO SOBRE EL SÍNDROME TÓXICO

El delegado de Rapsa en Madrid declara que le ordenaron destruir documentos que relacionaban la empresa con Raelca

Álex Grijelmo

El agente comercial José Luis Garrote, de 49 años, delegado de Rapsa en Madrid, expresó ayer en el juicio sobre el síndrome tóxico dos datos de interés, aunque de diferente trascendencia en esta búsqueda de la verdad de lo ocurrido: en la parte de las aportaciones ratificó que Rapsa le había encargado que pidiese a Raelea la destrucción de los documentos sobre las relaciones comerciales de ambas empresas, y en la parte de las decepciones explicó que no pudo oír la trascendental conversación entre su jefe, Juan Miguel Bengoechea, y su cliente, Ramón Ferrero, cuando ambos convinieron el negocio del aceite de colza. Garrote no pudo escuchar quien engañó a quién porque en ese momento había salido al servicio.

Garrote, el delegado de Rapsa en Madrid declaró ayer por la tarde. El fiscal pide para él la absolución al creerle desconocedor de los turbios manejos que imputa a sus jefes, los hermanos Bengoechea, y a sus clientes, los hermanos Ferrero. Algunos acusadores particulares le creen encubridor y reclaman por ello un año de cárcel. No era, pues, uno de los principales implicados.Pero su testimonio tenía interés, sobre todo por el hecho de que hubiese estado presente en las conversaciones entre Juan Miguel Bengocehea (copropietario de Rapsa, la empresa que importó el aceite desnaturalizado) y Ramón Ferrero (uno de los dueños de Raelca, la sociedad que lo envasó y distribuyó). Este último ya había advertido que casualmente Garrote se ausentó en los dos momentos clave.

Las dos ocasiones en que Juan Miguel Bengoechea le aseguró supuestamente a Ramón Ferrero que se trataba de aceite comestible: en la, primera ocasión, cuando Bengoechca y Garrote visitaban Raelca en Alcorcón en mayo de 1980, se fue precisamente en ese momento al servicio; y la segunda vez, en una cafetería de Getafe, se quedó ,,enrollado con el camarero", según la descripción de Ferrero.

El 'unico testigo'

Así pues, el único testigo no pudo oír el diálogo preciso, según el testimonio del propio aceitero madrileño, debido primero a una necesidad perentoria y después a una amistad inoportuna. 0 tal vez Bengoechea escogió el momento en que Garrote estaba ausenté para mentir a su cliente de Alcorcón. Esta hipótesis es la que insinuaba Ramón Ferrero, quien acusa al industrial donostiarra de haberle dado aceite industrial haciéndolo pasar por aceite comestible.

La declaración de Garrote podía esperarse con interés porque ya en la instrucción del sumario había ofrecido datos interesantes: declaró entonces ante la Policía Judicial -en junio de 1981 - que Juan Miguel Bengoechea le había encargado semanas antes que pidiera a los hermanos Ferrero que destruyesen los documentos sobre sus relaciones comerciales con Rapsa. Ayer amplió este relato: "Explique aquella conversación al tribunal", le pidió el letrado Antonio García Pablos. "Les dije: 'Me ha llamado el señor Bengoechea y me ha dicho que no tengáis ninguna documentación nuestra. Quiero suponer que es de lo que yo os estoy vendiendo de hidráulico, no sé a qué vendrá esto. Y entonces yo le pregunté al señor Elías Ferrero: A propósito, ¿vosotros estáis comprando aceite a Rapsa que no sea el mío?'. Me dijo: 'Eso no lo llevo yo; eso lo lleva mi hermano Ramón, no te puedo contestar".

"¿Le dijo eso, que no le podía contestar?".

"Que no, que él no sabía, vamos. Y entonces le pregunté, pero, bueno, con un poco de broma, de sarcasmo, ironía, llámele usted como quiera... Le dije: 'Pero, bueno, ¿estáis vendiendo aceite de ése que por lo visto dice la televisión que se pone enfermiza la gente?". Y entonces me con testó él así: 'No, además yo bebo aceite de ése y verás que no tengo pupas ni tengo nada. Nos tomamos dos cañas y me fui".

"¿Le habló el señor Bengoechea de que habla que sustituí papeles, de hacer unas facturas ... ?".

"En esa gestión, no. Hay otra gestión posterior, una noche, creo que fue la noche del Corpus... finales de junio... me llamó a una hora... en un día de fiesta, en verano, estaba frente al televisor. Me dijo que intentara localizar al señor Ferrero y que le dijera un recado. Como resulta que yo estaba en el comedor y que estaba con el teléfono así puesto, de mala forma, tenía una libretita y anoté lo que me iban diciendo sobre la marcha, apunté allí telegráficamente: pinturas, jabones, oleínas, ácidos grasos, Hospitalet de Llobregat, Pich. Y con aquello y la explicación que había logrado captar llamé por teléfono a Ferrero y no me contestó. Creo que le pregunté en esa conversación a Bengoechea: '¿Hay algo que yo deba saber, hay algo que ignoro?'. Y me contestó: 'Tranquilízate, aquí no pasa nada'. A veces me hacía encargos que yo no entendía, pero se los hacía. Por eso fui a cumplir el encargo ese".

Garrote declaró también en su día ante el juez que tuvo sospechas de que el aceite de Rapsa era el causante del síndrome tóxico a raíz de la premura de Juan Miguel Bengoechea de que se destruyera la documentación. Garrote hizo constar en su declaración ante el juez que si no presentó denuncia cuando sospechas fue "por no correr el riesgo de perder el empleo".

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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