Francachelas en Moscú
El caso de espionaje que a primera vista pareció nada más que la seducción desafortunada de dos infantes de Marina ha asumido en el curso de la semana pasada un aspecto más amplio y siniestro.Un tercer soldado fue acusado de "fraternización ilegal" con mujeres soviéticas y se sospecha que otros dos guardias estén también envueltos en relaciones arecidas. Estos datos confirman que los marines no son tan inocentes como se creía. Más bien parece que se trata de borrachos y mujeriegos, cuyas fiestas salvajes merecían el perdón.
El ex embajador norteamericano en Moscú, Arthur Hartman, en una entrevista publicada la semana pasada por Time, expresó su disgusto por la actitud de los marines. "Los infantes de Marina siempre han sido difielles" dijo. "Se les entrena para que afronten un tipo de deber muy diferente, y en un lugar como Moscú se conducen como jovencitos demasiado ingenuos para notar los peligros que les acechan", agregó.
Hartman declaró que siete marines habían sido expulsados debido a las acusaciones de una niñera inglesa, que explicó que dos de ellos la violaron en diciembre pasado en el el edificio de la embajada.
Hartman mencionó otro incidente en el que unos.marínes derribaron a un empleado de otra embajada en un partido amistoso de hockey sobre hielo. Los guardias de la embajada estadounídense en Moscú eran conocidos sobre todo por sus fiestas en Marine House, nombre del área donde residían. "La gente solía beber y bailar hasta la una de la madrugada" recuerda una niñera norteamericana, y agregó: "Siempre había bebida en abundancia. Se veía a parejas tumbadas en el sofá o en la esquina y otras se dirigían a las dormitorios. Vaya, el ambiente no era muy formal".
(c) TIME Inc., 1987
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