El Papa condena la violencia contra la injusticia
Juan Pablo II llega esta noche a Argentina tras sus tensas y contradictorias jornadas chilenas. En su última etapa se encontró con el mundo de los trabajadores en Concepción, con los campesinos e indígenas en Temuco, la tierra de la araucaria y del copihué, y en La Serena, que se refleja en la bahía de Coquimbo, tierra de santuarios marianos, se dirigió especialmente a las mujeres chilenas. Por la noche llegó hasta Antofagasta, capital del desierto de Norte Grande, donde durmió y desde donde hoy, tras haber visitado una cárcel de presos comunes, emprenderá ruta a Buenos Aires, primera etapa de su viaje de seis días a Argentina. Dirigiéndose desde Concepción a todos los obreros de Chile, el papa Wojtyla descalificó el recurso a la violencia, aunque sea para hacer frente a la injusticia, y dijo que sólo el amor puede ofrecer soluciones auténticas a los problemas.
En la misa estaba presente el conflictivo obispo Carlos Camus, que llegó a declarar que vio heroísmo en quienes atentaron contra la vida del general Pinochet y que "no tenían tanta culpa" en el plano moral "porque les habían declarado la guerra". Cuando el director de la ceremonia anunció su presencia, desde la muchedumbre se levantó un gran aplauso.El Papa dijo que "el trabajo honrado, intelectual o manual; debe ser realizado en honor de Dios y con la mayor perfección posible", y que, hecho así, "por humilde e insignificante que parezca, contribuirá al bien del hombre, a ordenar cristianamente las realidades temporales y a manifestar su dimensión divina".
A los trabajadores que, entre el Pacífico y los Andes, le ofrecieron un poncho de lanilla fina color café y un juego completo de loza con un dibujo inspirado en el escudo papal, Juan Pablo II les dijo que el "desafío" que presenta hoy el trabajo para los chilenos no es tanto el de su organización externa cuanto el "de su transformación interior". Y les exhortó a que precisamente en esta dimensión interior del trabajo deben ejercer sus virtudes "humanas y cristianas". También dijo que la experiencia del pasado y de nuestro tiempo demuestran que la justicia no basta y que incluso puede conducir a la negación y al rebajamiento de sí mismo" si el amor no modela la vida humana.
Previendo que estas palabras pudiesen de algún modo desconcertarles, el papa Wojtyla, tras haberles recordado su experiencia de obrero en Cracovia, les dijo: "Quizá alguno, oyéndome hablar de esta civilización del amor, pensará que el Papa no conoce ni se identifica con los problemas que son la verdadera preocupación e inquietud de tantos trabajadores de este queridísimo Chile". Y añadió: "¡No es así!", para recordar seguidamente que conoce el problema del "desempleo" y el de las "remuneraciones del trabajo". Dijo también que está informado de Ias legítimas reivindicaciones sindicales" de los trabajadores chilenos, si bien, añadió, "no hay que olvidar que a los derechos corresponden también unos deberes que cumplir". Y acabó diciendo: "Sí amigos míos, tengo muy presentes todos estos anhelos; podéis estar seguros de que el Papa hace suyas las aspiraciones legítimas de justicia que lleváis en el corazón. Pero sólo el amor, a ejemplo de Cristo, es capaz de dar una solución auténtica y duradera a vuestros problemas".
Contra el odio
También con los campesinos e indígenas el papa Woityla fue muy prudente. Les dijo que Ia fe supera las diferencias entre los hombres". Y, tras haberles exhortado a "conservar con sano orgullo la cultura de su pueblo", añadió que debían "despojarse del hombre viejo para revestirse del nuevo". "Esforzaos para eliminar de vuestras vidas cuanto os aparte de Dios y de los hombres", dijo. "Rechazad el odio y el rencor, las divisiones y los enfrentamientos, el alcoholismo, la droga, el ocio, la pereza, los desórdenes familiares, la infidelidad matrimonial, la falta de solidaridad con el trabajo de los demás y todo lo que se opone al amor a Dios y al prójimo". Y añadió, citando a san Pablo, que deben revestirse de "entrañas de misericordia, bondad, mansedumbre, paciencia", soportándose unos a otros y perdonándose mutuamente.
Al, campesino que le había dicho: "Santidad, un campesino sin tierra es una persona estéril", el Papa respondió dirigiéndose, no a los trabajadores, sino a los empresarios, con estas palabras: "Haced lo posible para buscar formas de participación que les abran un futuro mejor, de acceso progresivo a la propiedad, de mayor formación técnica y cultural". Acabó diciendo a campesinos e indígenas, que miraban al Papa con sus grandes ojos que hablan de lejanos y cercanos dramas de explotación: "No permitáis que el temor, el desaliento, el rencor y la tristeza se apoderen de vu¿stros corazones". Y añadió: "Aunque a veces os pueda asustar la idea de que el amor no es la solución adecuada a vuestros problemas urgentes, y quizá sintáis la tentación del conformismo pasivo.. o también del inconformismo violento como via para oponerse a las injusti cias, ante tales tentaciones el Papa os repite que el amor vence siempre".
Desde La Serena, la segunda ciudad más antigua de Chile, tras Santiago, famosa por sus muchos santuarios., Juan Pablo II abordó el tema para él tan querido de la piedad popular y mariana. Asistían campesinos, mineros, pescadores y rriLichos jóvenes. A todos les exhortó a intensiticar la práctica del rosario y del mes de María.
El Papa se dirigió así a la Virgen: "Haz que, con tu gracia, esa imagen divina grabada en el alma del hombre no quede dañada por el odio o la violencia dirigidos contra la misma vida, en especial la ya concebida y aún no nacida; ni por la perversión de las costumbres o las falsas evasiones que proporcionan los señuelos de la droga o del desorden sexual, ni tampoco abandonada a merced de las presiones de ideologías materialistas".
A todas las mujeres de Chile, protagonistas en estos años de resistencia frente a la dictadura, les dijo: "Pienso ahora especialmente en las mujeres de Chile, que saben imitar tan bien a nuestra madre la Virgen. Doy gracia al Señor por esas virtudes feme ninas con las que contribuyen a bien de todos. Les pido que toda la vida nacional se beneficie de esa ternura y fortaleza, del buen sentido humano y cristiano, de la fidelidad y el amor".
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