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El festival de cine de Madrid alcanza un buen nivel en las tres primeras jornadas

Desde el acierto en la elección de las películas clásicas inaugurales, L'inhumaine y la serie Vampiros, de los pioneros franceses L'Herbier y Feuillade, respectivamente, en la sección oficial competitiva de Imagfic se ha exhibido media docena de filmes, tres de ellos con interés cinematográfico indudable. Los presentados en la jornada de ayer, el sólo aceptable. italiano titulado Stregati, de Francesco Nuti, y muy por encima de éste el soviético Cartas de Un hombre muerto, de Konstantin Lopushanski, confirman la buena tendencia inicial del certamen madrileño.

S tregati,es una película menor, una comedia con guión de poco fuste, casi un sainete de escasas ambiciones en su planteamiento argumental, pero al que su director, el joven cineasta italiano Francesco Nuti, hace subir de tono en su realización, a la que da una inesperada cadencia solemne, mediante planos largos y encadenados casi sofisticados.El resultado es lógicamente contradictorio, pues a veces en Stregati la imagen y la comedia se dan de patadas entre sí. Pese a ello, la película no está falta de cierta nobleza y ambición, además de bien interpretada por Ornella Muti y el propio Francesco Nuti, que se desdobla en protagonista de su película. Ésta, por otra parte, recuerda mucho, aligerada de carga melodramática, a la sentimentalona Stazione termini, de Vittorio de Sica.

Él sábado Imagfic presentó un magnífico filme británico de animación, Cuando el viento sopla, sobre una hipótesis de ficción político-científica: la del holocausto nuclear visto desde la sórdida y sumisa vida cotidiana de un matrimonio de la pequeña burguesía rural inglesa. Con esta notable película de animación, el festival madrileflo recuperó su fidelidad, con frecuencia perdida, a sus orígenes de plataforma del mejor cine de fantasía.

Ayer, Imagfic volvió por esos sus mismos fueros de antaño con otro filme sobre la misma hipótesis argumental de. la catástrofe atómica, el soviético Cartas de un hombre muerto, de Konstantin Lopushanski. Se trata de una película seria, tanto por el asunto que cuenta, que se presta a.la especulación o al espectacularismo efectista, como por la austeridad, gravedad y profundidad del tratamiento que de él hace su director, Lopushanski, que por todos los síntomas es uno de los realizadores soviéticos de la primera línea de ruptura que capitanea Elem KIlmov.

Es un notabilísimo filme, próximo a la línea de Stalker, que expone, con dureza y precisión en las imágenes, una imagen creíble del apocalipsis, también en consonancia con la visión pesimista y mística del mundo moderno elaborada por Tarkovski. Una obra mayor.

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