El Papa condena la tortura por vez primera en su viaje
ENVIADO ESPECIAL Juan Pablo II esperó a salir ayer de la capital de Chile, cargada de violencia, para lanzar su primera condena de la tortura en este viaje. En las duras jornadas de Santiago oyó de labios de los pobladores y los jóvenes universitarios, y pudo leer en las pancartas erigidas ante sus ojos, a veces escritas en polaco, que en Chile se sigue torturando. Ayer, en Punta Arenas, en los confines australes de la Tierra, en la zona de glaciares de la Tierra de Fuego, denunció la práctica de las torturas morales o físicas, y dijo que el Concilio Vaticano II las calificó de "infamantes en sí mismas, que degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son contrarias al honor debido al Creador".
El Papa pidió a los presentes que se opusiesen a "aquellas pasiones que corroen el corazón", como "el orgullo, los prejuicios, la envidia, el deseo inmoderado de riqueza y poder y la soberbia que incapacita para ver los propios errores".Precisamente el día anterior, la esposa del presidente Pinochet, Lucía Iriart, en una entrevista por televisión, había afirmado que, después de esta visita del Papa, todos los chilenos abandonarán el orgullo y la soberbia y se pondrán "más cerca de los desvalidos". Hablando del Papa dijo que se veía a Dios en su cara y que nunca se olvidaría de lo "dulcísimo" que había estado el Papa con su madre y con todos sus nietos.
Frente a los ilimitados espacios de la Antártida, Juan Pablo II hizo una llamada a los dirigentes mundiales "para proteger y conservar la naturaleza creada por Dios".
También hizo un vibrante llamamiento a la paz y evocó el tratado de 1985 entre Argentina y Chile, con la mediación del Vaticano, que puso fin al conflicto sobre el canal de Beagle.
Mientras tanto se observaba una clara aprensión en la ciudad de Concepción, la segunda el país, adonde el Papa durmió anoche. Las fuerzas de seguridad habían sido alertadas de que también allí grupos radicales, como el viernes en Santiago, intentaban preparar manifestaciones contra el régimen con motivo de la llegada del Papa. Se consideraba que la zona donde se halla ubicada la casa religiosa en que debía dormir Juan Pablo II era la más vulnerable a eventuales ataques.
Una cruz sobre el mar
Además de Punta Arenas, y antes de llegar a Concepción, ayer el papa Juan Pablo II se detuvo también en Puerto Montt, en la región sureña, entre las cumbres de los Andes y las innumerables islas del litoral. Allí, el Papa celebró con los pescadores el quinto centenario de la evangelización de América.
El Pontífice recorrió la bahía a bordo de una embarcación de la Armada, Cirujano Viela, acompañada por 5.000 barcas tripuladas por pescadores y habitantes de los archipiélagos de la región.
Hasta allí habían convergido millares de peregrinos desde los lejanos Aysen y Coihaique, a casi 2.000 kilómetros, y de la zona argentina de Bariloche, al otro lado de la cordillera. Allí, el Papa arrojó al mar una corona de flores en recuerdo de los pescadores muertos en aquellas aguas, y su barco hizo un movimiento en forma de cruz invisible.
Desde aquel escenario sugestivo, el papa Wojtyla presentó lo que se podría llamar el llamamiento a la resistencia moral de los chilenos. Empieza así:
"Oh, Chile, consciente cada vez más de las exigencias de tu fidelidad a Cristo, no dudes en resistir".
"¿A qué?".
"- A la tentación de quienes quieren olvidar tu innegable vocación cristiana... para buscar modelos sociales que prescinden de ella o la contradicen".
"- A la tentación de quienes ideologizan la fe o pretenden construir una Iglesia popular que no es la de Cristo".
"- A la tentación anticristiana de los violentos que desesperan del diálogo y de la reconciliación, y que sustituyen las soluciones políticas por el poder de las armas o de la opresión ideológica".
"- A la seducción de las ideologías que pretenden sustituir la visión cristiana con los ídolos del poder y la violencia, de la riqueza y del placer".
"- A la corrupción de la vida pública o de los mercaderes de droga y de pornografía, que van carcomiendo la fibra moral, la resistencia y esperanza de los pueblos".
"- A la acción de los agentes del neomaltusianismo, que quieren imponer un nuevo colonialismo a los pueblos latinoamericanos, ahogando su potencia de vida con las prácticas anticonceptivas, la esterilización, la liberalización del aborto, y disgregando la unidad, estabilidad y fecundidad de la familía".
"- Al egoísmo de los satisfechos que se aferran a un presente privilegiado de minorías opulentas, mientras vastos sectores populares soportan difíciles y hasta dramáticas condiciones de vida, en situaciones de miseria, de marginación, de opresión".
"- A las interferencias de potencias extranjeras, que siguen sus propios intereses económicos, de bloqueo ideológicos, y reducen los pueblos a campos de maniobras al servicio de sus propias estrategias".
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