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EE UU y Francia firman la paz en la guerra por la comercialización de productos contra el SIDA

Lluís Bassets

Francia y Estados Unidos han firmado la paz en la guerra entablada entre el Instituto Pasteur y el Departamento Federal de la Salud a propósito de las patentes de las pruebas de detección de anticuerpos del SIDA. El martes, el primer ministro francés, Jacques Chirac, y el presidente norteamericano, Ronald Reagan, anunciaron el acuerdo entre ambos Estados que pone fin a un duro contencioso de importantes repercusiones económicas. Chirac y Reagan anunciaron también el estrechamiento de la colaboración entre ambos países en la investigación de la vacuna contra el SIDA y la creación de una fundación internacional, alimentada, con los derechos generados por las patentes, destinada a proseguir las investigaciones para combatir la enfermedad.

El contencioso entre Francia y Estados Unidos empezó en 1984, cuando el Instituto Pasteur presentó la solicitud de la patente de su prueba de detección del virus en Estados Unidos. La solicitud fue rápidamente aparcada por la Administración norteamericana para favorecer así la concesión de la patente a la prueba presentada por un equipo de investigadores norteamericanos.Los franceses, que reivindican la paternidad de la identificación del virus del SIDA y de la correspondiente prueba de detección, presentaron una demanda contra la Administración norteamericana por los daños ocasionados por la táctica de dilación empleada respecto a su patente, Francia se ha gastado casi cinco millones de dólares en el procedimiento judicial, en el que se evaluaban los perjuicios ocasionados entre 25 y 50 millones de dólares. La paz firmada anteayer comporta que Francia retirará su demanda y que no recibirá ninguna indemnización.

Guerra de patentes

La guerra de patentes tiene su origen en una anterior guerra científica entre el equipo francés de Luc Montagnier, del Instituto Pasteur, y el equipo de Robert Gallo, del Instituto Nacional del Cáncer, norteamericano. El equipo de EE UU había realizado importantes progresos en el estudio de los retrovirus, principalmente el, HTLV-1 (Human T-Cell Leukemia Virus) y el HTLV-2, descubiertos en 1980 y considerados posteriormente como próximos al elemento biológico responsable del SIDA. En 1983, el equipo de Montagnier descubrió un virus, bautizado como LAV (Lymphadenopathy Associated Virus), que fue reconocido como el del SIDA. Hasta este momento, ambos equipos mantenían contactos e intercambio de experiencias. En abril de 1984 el equipo de Gallo anunció el descubrimiento del virus del SIDA, al que bautizó con el nombre de HTLV-3, a la vez que se restaba validez al descubrimiento francés. Este hecho, en el que también estaba en juego el Premio Nobel, dio paso a la guerra de patentes, cuyo trasfondo económico quedó evidenciado con la comprobación de la identidad entre ambos virus y la unificación de la terminología por parte de la comunidad científica internacional, con la adopción del nombre de HIV (Human Inmunodeficiency Virus).

El acuerdo franco-norteamericano ahora alcanzado reconoce la primacía francesa en el descubrimiento del virus, a pesar de que queda perfectamente establecido que ha sido el trabajo de los dos equipos, en estrecha colaboración hasta 1983, lo que ha permitido llegar al aislamiento del virus y a la fabricación de la prueba de detección. Los trabajos de Gallo ¡tan sido decisivos en el estudio de los retrovirus, un tipo de virus de ARN (ácido ribonucleico) que poseen una enzima llamada transcriptasa inversa capaz de transcribir su ARN en un ADN (ácido desoxirribonucleico) sobre la célula sana, a partir de ahora reconstituida como virus y reproducida como tal. Sin estos trabajos, Montagnier y su equipo no hubieran podido descubrir el retrovirus del SIDA.

A partir de ahora las dos patentes estarán reconocidas en pie de igualdad, y en todos los productos comerciales constarán como autores los nombres de los dos equipos. Sus propietarios, el Instituto Pasteur y el Departamento de la Salud norteamericano, se quedarán con el 20% de los beneficios generados por los derechos de comercialización de las pruebas de su propiedad respectiva y aportarán el 80% restante a una fundación internacional, gestionada por tres franceses y tres norteamericanos, destinada a combatir el SIDA y a financiar la investigación conjunta, principalmente sobre la vacuna de prevención. Un 25% de los fondos aportados a la fundación se dedicará a la lucha contra el SIDA fuera de Francia y de Estados Unidos, y con especial atención a los países centroafricanos. Los beneficios de las pruebas se calculan para el año 1992 en 200 millones de dólares.

Descartar a la OMS

Una de las posibilidades inmediatas descartada en el acuerdo ha sido la de convertir a la Organización Mundial de la Salud en la institución de gestión del fondo económico generado por las patentes. Estados Unidos mantiene la política de crear fundaciones internacionales, públicas o privadas, como alternativa a varias organizaciones internacionales en las que conviven líneas de actuación contradictorias, a veces con los propios intereses norteamericanos.

La ministra francesa de Sanidad, Michèle Barzach, activa y eficaz en su campaña de lucha contra el SIDA, destacó ayer en unas declaraciones a Libération que "el presidente Reagan no había pronunciado nunca públicamente la palabra SIDA hasta ayer por la noche [por anteayer])". La ministra se sorprendía de que, a pesar de las inversiones millonarias realizadas contra el SIDA (416 millones de dólares en 1987), en Estados Unidos "ningún hombre político osa todavía pronunciar la palabra sexo o hablar de preservativos".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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