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Alemania Occidental abrirá sus fronteras a las cervezas de la Comunidad Europea

La República Federal de Alemania perdió ayer la famosa guerra de la cerveza cuando el Tribunal de Justicia europeo sentenció la ilegalidad de su normativa sobre la fabricación de esta bebida y abrió, por tanto, las puertas a los maestros cerveceros del resto de la Comunidad Europea (CE) deseosos de exportar su producción.

El veredicto del Tribunal de Luxemburgo culmina una larga batalla jurídica iniciada cuando la Comisión Europea interpuso una querella contra el Gobierno de Bonn por considerar que el edicto conocido por el nombre de Reinheitsgesetz, promulgado en 1516 por el duque Guillermo lV de Baviera y recogido por la ley Biersteuergesetz del 14 de marzo de 1952, viola el artículo 30 del Tratado de Roma.La mencionada ley, estipula, en efecto, que en la RFA sólo pueden ser comercializadas bajo el nombre de cerveza bebidas compuestas de cuatro ingredientes -lúpulo, malta de cebada, agua y levadura- mientras los cerveceros europeos suelen añadir a su producto dos conservantes a base de arroz y de maíz que practicamente no alteran el gusto.

En consecuencia, los fabricantes belgas, holandeses, daneses o británicos de cerveza no cumplían los requisitos para exportar a la República Federal de Alemania, el país dónde más se consume esta bebida en Europa, mientras los alemanes sí lograban venderla al resto de la Comunidad.

Curiosamente, los maestros cerveceros alemanes suelen comercializar dos tipos de cerveza, una pura para a su propio mercado, y otra con aditivos, que prolongan su duración, exclusivamente destinada la exportación o a veces producida en plantas alemanas en el extranjero.

Ante la Corte de la CE los abogados alemanes sostuvieron que los conservantes podían ser perjudiciales para la salud y trataron de ampararse en el artículo 36 del Tratado de Roma que autoriza en determinados casos la adopción de medidas sanitarias de protección.

Pero su arguniento fue desestimado por los jueces europeos que consideraron que la legislación de la RFA infringe el artículo 30 del mencionado Tratado sobre la libre circulación de los bienes y mercancías en la CE a partir del momento en que han recibido la autorización de un Estado miembro para ser puestos a la venta.

El Tribunal emitió también otra sentencia similar a propósito de Grecia, donde una ley de 1882, heredada de la época en que el príncipe Otto de Baviera fue rey de ese país mediterráneo, prohibía como en la RFA la utilización de aditivos para la fabricación de la cerveza.

El verdicto, que acaba con un régimen vigente desde hace cuatro siglos, no suscitó, paradójicamente, una gran euforia en las filas de los maestros cerveceros belgas, que figuran en teoría entre sus principales beneficiarios.

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