El precio del progreso
¿Por qué? Después de cada catástrofe nos hacemos siempre la misma pregunta, y las respuestas nunca son realmente satisfactorias. Lo cierto es que toda actividad humana comporta riesgos. Debemos hacer todo lo posible por reducirlos, pero no podremos suprimirlos.¿Puede la tecnología moderna, y la confianza un poco ciega que en ella-ponemos, amenazar al conjunto de la vida económica o industrial de un país? No podemos negarlo. Como tampoco podemos negar que si rechazáramos estos adelantos técnicos dejaríamos de beneficiarnos del bienestar alcanzado durante generaciones. En estas tragedias también está presente el error humano. A pesar de las enormes posibilidades que nos ofrece el progreso de la ciencia, el hombre continúa siendo el elemento determinante de toda empresa que se aborde. Es él quien decide en último término. Desgraciadamente, ni el hombre ni la máquina son infalibles. En una economía bien administrada, es necesario lograr una rentabilidad de las infraestructuras y de los servicios públicos o privados, sin los que no es posible un avance real, pero teniendo siempre en consideración el nivel de seguridad.
La búsqueda del progreso y del bienestar es uno de los motores esenciales de la humanidad, que avanzará con los adelantos tecnológicos que seamos capaces de aportar. Oponerse a ello sería un combate absurdo. Pero ¿cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar? Ésta es la cuestión.
9 de marzo
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