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'El ultimo tango' decepciona en Roma tras 15 años de prohibición

Juan Arias

El último tango en París, de Bernardo Bertolucci, se volvió a proyectar el jueves en Italia tras 15 años de avatares judiciales. El estreno fue una gran decepción: poca gente asistió en todos los cines de Italia en los que se proyectaba, y la media de espectadores en las salas cinematográficas de Roma fue de 50 personas.Los más desilusionados fueron los jóvenes, a quienes les gustó el filme desde un punto de vista artístico, aunque no le encontraron nada de particular desde el punto de vista erótico. Algunos espectadores de media edad declararon que habían pensado que la película era pornográfica, pero habían cambiado su opinión.

El director de la película, Bernardo Bertolucci, había mostrado su preocupación de que los jóvenes de hoy, al revés de cuando salió su película por vez primera, no se identifiquen con la filosofía de su obra: un duro ataque a la institución de la familia.

La Prensa había afirmado que la vuelta del tango "ya no es un escándalo". El temor, no sólo de Bertolucci, sino sobre todo de los productores, era que la película ni siquiera guste ya.

La película endemoniada, como fue considerada entonces, tras haber ganado 600 millones de pesetas de aquella época, fue secuestrada por los magistrados con la orden de que fuesen quemados todos los ejemplares menos tres, que deberían quedar en la Filmoteca Nacional. Algunas copias del filme escaparon de la hoguera, y, de cuando en cuando, clandestinamente, alguien consiguió verla sin tener en cuenta que se había también distribuido en vídeocasetes.

Gemidos y suspiros

La obra de Bertolucci, considerada entonces obscena, con escenas de "desnudos acompañados de gemidos, suspiros y gritos de placer", como afirmaba la condena, llega hoy tal vez tarde. Podría parecer increíble, para quien no conozca la lentitud de la máquina judicial de este país, el que un proceso de secuestro contra una película haya durado 15 años. Pero es ésta una de las lacras de la burocracia italiana.A pesar de que la Prensa ha dado bastante relieve a la vuelta de El último tango en París, la película no ha llegado en un buen clima. Por dos motivos: primero, porque se respira en la nueva generación joven lo que aquí se llema el reflujo, es decir, la vuelta a ciertos valores tradicionales, como, por ejemplo, el de la familia. Segundo, porque los jóvenes de hoy están de vuelta de muchas cosas en materia sexual.

Pero también, y sobre todo, porque esta película desacralizadora de las relaciones llamadas normales llega en pleno clima de SIDA, en un país que está viviendo el miedo a la peste del año 2000.

De ahí, el que Bertolucci haya confesado: "La gente, hace 15 años, se identificó con mi película. Apreció la polémica contra la familia, corazón de toda corrupción, que había expresado en la famosa escena de la sodomización. Hoy, quizá, sean discursos viejos. Las cosas han cambiado".

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