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De Atenas a España pasando por Amsterdam

A Florencia le costó 1000 millones de pesetas su capit alidad durante al año pasado, honor por el cual organizó 184 manifestaciones culturales, recibiendo a cambio 650.000 visitantes.La primera experiencia la vivió la ciudad de Atenas. La Comunidad Europea tuvo la idea en 1985, cuando en este organismo corrían fuertes vientos en favor de promover todo aquello que pudiera unir a la dividida Europa, como la cultura. En el primer trimestre de 1984 se realizó, por vez primera en la historia de la institución comunitaria, una reunión de todos los ministros de Cultura de los países miembros. Jack Lang, ex ministro de Cultura fracés, presidía la reunión. Lang y Melina Mercuri, su homóloga griega, fueron los principales instigadores de la capitalidad europea de la cultura.

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Sólo en la fiesta de proclamación de la capitalidad de Atenas actuaron 40 grupos de teatro, música y danza. Asistieron dos jefes de Estado y 17 ministros. Aquel primer ensayo no satisfizo plenamente a la Comunidad por el carácter de excesiva utilización nacional que Grecia hizo del evento.

La experiencia florentina fue más sólida, aunque entre las autoridades italianas, y especialmente las de la ciudad, siempre se mantuvo la duda de si esa capitalidad anual no serviría más que para realizar actos efimeros de escaso poso. A mediados de aquel año, el pasado, Carlo Ripa di Meana, comisario de cultura de la Comunidad Europea, pidió en Florencia agresividad cultural en el examen del problema político que supone la división de Europa en bloques en unas jornadas que llevaron por título Europa de la cultura para construir mejor una Europa de los ciudadanos.

Este año le ha tocado el turno a Amsterdam, ciudad que ha organizado 12 exposiciones de artes plásticas, 500 representaciones teatrales y conciertos o la edición de publicaciones especiales, todo ello bajo el título Un futuro para las ideas. Amsterdam pretende que las experiencias artísticas y culturales no se circunscriban sólo a Europa y abrirse a las manifestaciones de todo el mundo.

Tanto Florencia como Amsterdam han procurado aprovechar sus respectivas capitalidades para concentrar una muestra variada de la cultura de los países comúnitarios y, al tiempo, dar a conocer sus propias culturas nacionales.

En 1988, la capital cultural era Berlín; el año siguiente, a París, y 1990, a la ciudad británica de Glasgow. Aún no se ha designado la capital cultural para 1991, 12 meses antes de que comience el año de España.

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