La música conmocionante de Mauricio Kagel

Volvió a Madrid el compositor Mauricio Kagel, nacido en Buenos Aires (1931), pero enraizado en el movimiento musical contemporáneo alemán. Kagel evidenció, una vez más, su afán por descubrir nuevos horizontes para el fenómeno sonoro/musical a través de una serie de páginas escritas entre 1961 y 1978.Tres obras para piano solo (Metapieza, Al teclado y MM51) alternaron con Klengwölfe (Los lobos del sonido), para violín y piano; Hálito, para un instrumento de viento; Ungis incarnatus est, para piano y otro instrumento, y RRRR, cuatro piezas de jazz, procedente de una obra radiofónica. Así, la imagen recibida de la creación kagueliana difiere bastante de la de su presentación en Madrid, el año 1970, con Phonophonie, Música de cámara para instrumentos renacentistas, Montage, Der schall (El sonido), Unter Strom (Baja tensión) y Ludwig van..., que interpretaron los músicos del conjunto de Colonia. Dos años después, en los históricos y agita dos encuentros de Pamplona, Kagel ofreció una serie de propuestas cinematográficas.

La personalidad de Kagel es difícilmente aprehensible, pues se trata de un individualista, un "francotirador" -como declarara al crítico Pinzauti-, "capaz de decir no a la moda", que se siente "obligado a la máxima independencia de criterio".

El resultado es un arte vivo, nada anquilosado por academicismos mediatos o inmediatos, producto de un espíritu "al que interesa todo, el pasado, el presente y el porvenir imaginario; el teatro, el cine y los géneros más diversos". Auténtico testimonio de nuestro tiempo como asumidora de tantas actitudes y corrientes entrecruzadas, la música de Kagel supone siempre una experiencia conmocionante.

El Círculo de Bellas Artes ha lanzado, coincidiendo con la estancia de Kagel, una nueva biografía de su colección Músicos de nuestro siglo, escrita por Llorens Barber, tan relacionado musicalmente con algunos aspectos kaguelianos. En sus páginas queda explicado con claridad pedagógica el pensamiento y el estilo del compositor a través de breves comentarios analíticos de sus obras insertos en un total común, el fenómeno llamado Kagel. Al final de la lectura, más grata por el buen estilo literario, Kagel queda un poco más claro y nos sentimos más cerca de la verdad convulsiva de su arte.