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Brasil acompaña la suspensión de pagos con un programa de austeridad

Rosa Cullell

La suspensión de pagos de los intereses y servicios de la deuda brasileña, que se eleva a 105.000 millones de dólares (13,5 billones de pesetas), irá acompañada de un programa de austeridad para reducir el gasto público y contener la inflación. El presidente, José Sarney, que ha pedido a los brasileños "unidad y patriotismo", ha puesto en marcha un nuevo plan de medidas económicas. Durante los próximos seis meses, el Gobierno sólo realizará gastos conforme a las recaudaciones, sin emitir moneda para cubrir el déficit; las compañías estatales tendrán que limitar sus inversiones a los recursos propios, y todos los subsidios serán revisados por el Congreso nacional.

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La suspensión de pagos se venía gestando desde hace tiempo, ya que, como ha revelado el propio ministro de Hacienda, Dilson Funaro, las reservas empezaron a ser transferidas a un lugar "seguro e inalcanzable" hace tres meses.En un discurso de 18 minutos que fue emitido el viernes por la noche a todo el país por una red nacional de radiotelevisión, el presidente brasileño pidió a sus conciudadanos "unidad y patriotismo responsable para apoyar al Gobierno en la negociación de los pagos con los acreedores internacionales". El presidente, que se negó a calificar la suspensión de moratoria, prometió "austeridad por parte del Gobierno" y señaló que la Administración no quiere "un enfrentamiento con los bancos acreedores", esencialmente entidades bancarias privadas de Estados Unidos.

Como prueba de su "buena voluntad y transparencia", Sarney reveló a la nación la cifra de sus reservas de divisas, que, dijo, se elevan a 3.962 millones de dólares. No obstante, la comunidad financiera brasileña e internacional duda de que lleguen a 2.000 millones de dólares. La decisión de suspender pagos se venía gestando desde hace varios meses.

Una de las medidas que más temían los bancos acreedores, la centralización de las operaciones cambiarlas, ya se ha materializado. El Banco Central de Brasil decidirá a partir de ahora lo que se paga y a quién se paga, y todos los bancos brasileños deberán entregarle sus divisas. Esta crítica situación hizo que el Banco Central convocara ayer a todos los representantes de las entidades bancarias extranjeras a una reunión urgente en Sâo Paulo para informarles de las medidas adoptadas.

Consejo de seguridad

Antes de comunicar al pueblo brasileño la decisión de suspender pagos, el presidente Sarney se reunió con los miembros del Consejo Nacional de Seguridad Nacional, formado por todos los ministros del Estado, los presidentes del Congreso y del Senado, los jefes del Ejército y el presidente del Tribunal Supremo. La convocatoria de esta reunión, que duró tres horas, refleja la seriedad de la decisión de Sarney, ya que el consejo no se había reunido desde la época del Gobierno Figueriredo. Asimismo, el presidente se reunió el viernes con todos los partidos políticos que, con excepción del PDT, le prestaron su apoyo.

Las medidas económicas decididas por el Gobierno, con el apoyo del Consejo Nacional de Seguridad Nacional, son cuatro: los pagos de los servicios e intereses de la deuda externa quedan suspendidos y depositados, al igual que los recursos en cruzados, en una cuenta especial del Banco Central de Brasil; para contener la inflación, el Gobierno gastará en los próximos seis meses sólo por el valor de sus recaudaciones, sin emitir moneda para cubrir el déficit; todas las compañías estatales tendrán que limitar sus inversiones a los recursos propios, y los subsidios o ayudas (al trigo, a los combustibles o al crédito rural) serán revisados por el Congreso nacional.

La confusión creada en los mercados financieros, debido a los rumores de que el Gobierno podía declarar una moratoria interna, hizo que muchos inversores retiraran sus recursos de los bancos y buscaran dólares en el mercado paralelo. Así, el dólar negro ha llegado a cotizarse a 35 cruzados, cuando la cotización oficial es de 18.

En estos momentos, el Gobierno brasileño prepara el envío de una misión oficial a Nueva York para la próxima semana. Cuando las escuelas de samba de Río salgan a las calles, en pleno estallido de carnaval, el ministro de Hacienda, Dilson Funaro, iniciará los contactos con los bancos acreedores. El salón de actos de la firma de abogados Sherman and Sterling, sociedad que lleva la asesoría jurídica de la comisión de bancos acreedores, se prepara ya para recibir a las 14 entidades miembros y a los representantes brasileños.

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