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Italia, aterrorizada por el SIDA

El miedo a la 'Peste del siglo' provoca divisiones en el seno de la sociedad italiana

Juan Arias

El tema del SIDA apasiona, amedrenta y desconcierta cada día más a los italianos. Aumentan los suicidios por miedo; a la P.38 le ha sustituido una jeringa ensangrentada de un enfermo de la peste del 2000. Los católicos gritan que la única prevención es la abstinencia y la monogamia; los jueces se sienten impotentes ante la nueva casuística que se les presenta. Y en las familias y en las escuelas, los niños, bombardeados por la publicidad, hacen preguntas a las que ni sus padres ni sus maestros saben cómo responder.

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El ministro de Sanidad, el democristiano Carlo Donat Cattin irritado y acosado, ha respondido a los que le piden medidas concretas de prevención y una información más puntual: "Yo no estoy dispuesto a hacer la publicidad a la sexualidad anal".El psicólogo milanés Dino Origlia ha hablado a los jóvenes del peligro de una cultura de la castración, y ha lanzado su manifiesto: "¡Atención, muchachos, no os dejéis engañar por el sexto mandamiento bis..., el que os dice: 'No cometáis actos impuros, pues moriréis de SIDA".

Los diputados recibirán próximamente clases sobre el SIDA para que puedan hablar con conocimiento de causa a sus electores. Pero están también preocupados porque en la barbería del Parlamento se usan aún varias veces las mismas cuchillas de afeitar, y también han pedido "un mayor control higiénico de los retretes".

Miedo y también angustia y desesperación, como la de un joven portador del virus que se levantó durante una asamblea celebrada en el hospital Spallanzani, de Roma. Mientras discutían médicos y enfermos, el joven se puso de pie y, con la voz entrecortada por la emoción, dijo: "Soy un sidapositivo, y desde aquí, a través de la Prensa, quiero mandar un mensaje a Carla, con quien he hecho el amor. Sé que está embarazada. Quiero pedirle de rodillas que aborte porque en mi sangre han encontrado anticuerpos al virus del SIDA", y se sentó, sollozando.

Los socialistas han lanzado otra alarma: en las cárceles, la mitad de los presos han dado positivo en el test del SIDA. Y hay ya quien pide para ellos una cárcel especial.

Todavía nadie ha pedido que todos los ciudadanos, junto con la carta de identidad, lleven en su bolsillo un certificado que confirme si son o no posibles transmisores del virus mortal.

La Iglesia católica está dividida. Rocco Buttiglione, filósofo, inspirador del Movimiento Integralista Comunión y Liberación, amigo personal del Papa, ha dicho, sin ambages, que la única prevención contra el SIDA es la castidad y las relaciones monogámicas eternas. El SIDA no es, ha dicho en una entrevista a La Stampa, de Turín, una peste de Dios, pero sí una peste del hombre.

"El miedo de ese mal"

Por el contrario, el teólogo Gianni Baget-Bozzo, eurodiputado socialista, ha puesto en guardia contra el peligro de que en el SIDA se vea sólo un mal y no también, y sobre todo, "el miedo de ese mal" como síndrome de una humanidad insegura que teme haber violado las reglas de la naturaleza. Y afirma que la verdadera pedagogía de la Iglesia debe consistir "en ayudar a los hombres a liberarse del miedo".Al mismo tiempo, la clase política sigue desconcertada, sin saber qué hacer. Sobre todo existe el problema de los niños en las escuelas que quieren saber qué es eso del SIDA. Pero para explicárselo es necesario en muchos casos quemar las etapas, porque se trata de niños a los cuales aún no se les ha explicado el sexo ni lo que es la homosexualidad.

En algunos colegios, como en Udine, los socialistas han pedido que se distribyan preservativos gratis a los muchachos, como se va a hacer en los cuarteles. En algunas escuelas, los profesores por su cuenta han invitado a médicos y especialistas para que les expliquen a los estudiantes lo que es el SIDA y cómo protegerse. Pero todo ello ante el silencio sepulcral, denunciado en el Parlamento, del Ministerio de Educación. De ahí el que en algunos casos haya habido peleas, como en un colegio de Milán donde los padres prohibieron que un homosexual diera una conferencia en clase.

Los niños preguntan a sus padres si por besarse se puede ser contagiado de SIDA. Se pide a través de los medios de información prudencia en los contactos sexuales a los portadores de la enfermedad. Hay quienes esconden su condición por temor a sentirse discriminados. Una familia que tiene un hijo en estas condiciones tuvo que cambiarlo de escuela, después el padre perdió el trabajo y tuvo que cambiar de ciudad, y al final todos se han visto constreñidos a emigrar lejos, donde nadie conociera su situación.

Y en medio de tanto drama no ha faltado la picaresca que saca tajada a la nueva peste. En Treviso, una falsa inspectora ha conseguido los días pasados adueñarse de cuatro millones de liras (400.000 pesetas) de unos esposos jubilados con la excusa de esterilizar los billetes que habían sido infectados por una persona enferma de SIDA.

En Italia, los enfermos conocidos de SIDA en este momento son 3.500, y se prevé que en 1990 el número aumente a 60.000. En 1986, de 600 enfermos murieron 304.

De los 251 enfermos últimamente controlados., 88 resultan homosexuales, 121 drogadictos y sólo tres como resultado de una transfusión de sangre. El mayor número de casos se registra en las ciudades del Norte, aunque los observadores piensan que puede tratarse también de mayores posibilidades de control y de información que en el Sur.

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