Haiti, un año triste en libertad
La situación apenas ha cambiado desde que cayó la dictadura de Jean-Claude Duvalier
Inquietud y crispación caracterizan la situación en Haití, en vísperas del primer aniversario de la caída de la dictadura de Jean laude Duvalier, que se conmemora hoy con manifestaciones que preocupan al Consejo Nacional de Gobierno (CNG), el máximo órgano del Ejecutivo en esta nueva etapa. En un año, la cosas no han cambiado esencialmente en Haití. Ni siquiera se cubren las necesidades básicas de un país hambriento.
Duvalier se fue y los problemas quedaron, podría ser la fórmula que resume la situación. Existe libertad de expresión, de organizar partidos, y los crímenes políticos han quedado reducidos a hechos aislados. Pero la miseria continua. El CNG parece tener una sola preocupación: cumplir el calendario electoral. Este proceso de democratización formal deberá culminar dentro de un año con la toma de posesión de un nuevo presidente libremente elegido. La pregunta que hoy se formulan muchos en Haití es si la paciencia del pueblo aguantará tanto.El triunvirato que forma e CNG, el teniente general Henri Namphy, el coronel Willianis Regala y el abogado Jacques François, que se encuentra casi moribundo en un hospital de Puerto Príncipe, han difundido un comunicado ante "los actos de terrorismo registrados en la capital y varios puntos del territorio nacional". El CNG ad vierte, en tres puntos, que actuará contra "los autores y cómplices de los llamamientos al desorden y a la sedición", y que hará "intervenir a las fuer zas del orden en todos los caso de delito flagrante, sin advertencia y sin mandato previo, conforme a la ley".
El aviso del CNG va claramente dirigido contra las manifestaciones convocadas para hoy, con motivo del primer aniversario de la marcha del dictador, el hasta entonces presidente vitalicio Jean-Claude Duvalier. Hace una semana el primer congreso nacional de organizaciones democráticas reunió en Puerto Príncipe a 310 grupos de todo tipo, que se podrían definir como nacionalistas y de izquierda. El congreso no pretende, al menos de momento, organizar un partido político y lanzó un llamamiento para que los haitianos se manifiesten patrióticamente hoy en todo el país.
Las bandas del dictador
La noche del miércoles pasado, un grupo de unos 10 soldados de una unidad especial del Ejército se presentaron la casa de Victor Benoit, uno de los animadores del congreso, y pusieron toda la vivienda patas arriba. Benoit no estaba en casa y tampoco durmió esa noche en su domicilio. El buscado atribuye el hecho a la presencia en el ejército de elementos macutistas, restos de los tristemente célebres tontons, macoutes, las bandas armadas que apoyaban al régimen de Duvalier. La lucha contra el macutismo, enquistado en el aparato del Estado, se ha convertido en eslogan común de muchos grupos políticos en Haití, un año después dé la marcha del dictador.En las calles de Puerto Príncipe no se advierte la tensión de los días anteriores a la caída de Duvalier, pero incidentes aislados demuestran que la situación sigue tensa en Haití. Cualquier suceso puede provocar un estallido de violencia en un país donde la miseria es la nota dominante. Una miseria que se palpa y percibe con todos los sentidos nada más llegar a la capital, donde los niños hambrientos pululan por las calles y el insoportable olor a restos fecales inunda el aire.
En días pasados han ocurrido incidentes que muestran la crispación reinante. Hace una semana, un alienado que recibió el mote de Rambo por sus enormes dimensiones, se escapó de un manicomio y realizó varios actos de vandalismo, hasta que fue capturado por la policía. La concentración de unos cientos de personas, que esperaban que Rambo rompiese sus cadenas, fue atacada por la policía con gases lacrimógenos. Después siguieron los disparos, que causaron la muerte a una chica de 17 años.
Clima de inquietud
Días después, una de las camioneta tap tap decoradas de vivos colores que se encargan del transporte colectivo, atropelló y mató a un niño de 10 años. La reacción de la gente fue intentar linchar al conductor y pegar fuego al vehículo. Este clima de inquietud y nerviosismo hacen temer cualquier cosa en Haití, donde millares de seres humanos, hambrientos y sin trabajo, no tienen nada que perder, aparte de su miseria y su desesperación.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.