Fichas de vascos
Una carta como la suya, señor Iñaki Zubillagla. de Elbar (Fichas de vascos, EL PAÍS del 29 de enero), se veía venir. Pone de manifiesto una cosa: si los componentes del comando Madrid ahora detenido y sus colegas existen es porque son apoyados. Véase su caso. Menos mal que somos muchos los que pensamos que si en alguna ocasión "el fin justifica los medios", una de ellas es ésta.Pero fijese cómo no todos vemos las cosas igual, afortunadamente. Si Séneca decía que la verdad es siempre la misma en cualquiera de sus partes, no hay más remedio que contradecirle. De esa operación cada uno hemos sacado una reflexión diferente. A usted le escuecen las fichas. A Manuel Vicent, en su íúcida columna de hace unos días, le dolía la pasión gastronómica de los terroristas, de la que sacaba, como en él es habitual, luminosas consecuencias. Yo me fijé en otro aspecto: el televisor que tan repetidamente hemos visto en una de las habitaciones del piso en el que los terroristas fueron atrapados.
No es difícil imaginarse la escena. Volvían alegres y felices después de la matanza de turno. Preparaban una opípara comida y, seguramente, hasta tomaban café y copa. Mientras, por la pequeña pantalla salían las imágenes que a los demás nos llenaban de espanto. Ellos incluso hacían balance. La operación tal vez había superado sus cálculos más optimistas. Sí, la sangre nos salpicaba las entrañas mientras el grupo de turno comía, bebía y disfrutaba satisfecho por "el deber cumplido".
Si se ha ahorrado una sola muerte, bien venidas sean las fichas. Se vera venir su carta, señor Maki Zubillaga. Claro que usted también pensará que se veía venir la mía. No, no tenía razón Séneca con eso de la razón- Agustín Olivera.
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