_
_
_
_
_

William Casey, aquejado por un cáncer cerebral, dimite como director de la CIA

Francisco G. Basterra

William Casey, un personaje clave en el escándalo del Irangate, sometido a tratamiento por un cáncer cerebral del que fue operado el pasado diciembre, dimitió ayer como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). El presidente norteamericano, Ronald Reagan, que aceptó la dimisión con "gran pesar", ha adelantado que está dispuesto a entregar "los extractos pertinentes de sus notas manuscritas" sobre el Irangate, según afirmó ayer la Casa Blanca.

Reagan anunció que nombrará a Robert Gates, un técnico en el mundo del espionaje y actual número dos de la CIA, como nuevo director de la poderosa organización. Casey mintió al Congreso al negar que tuviese conocimiento previo del desvío de fondos a la contra nicaragüense procedentes de la venta de armas al régimen de Jomeini, y sus subordinados, al parecer con su pleno conocimiento y autorización, aparecen involucrados en el escándalo que amenaza la presidencia de Reagan.Anoche, el portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater, señaló que el presidente está dispuesto a entregar "los extractos pertinentes de sus notas personales" si se demuestra que son necesarias en el marco de la investigación sobre el escándalo de la venta de armas a Irán. "El presidente", dijo el portavoz, "seguirá proporcionando todas las informaciones solicitadas por los investigadores que llevan el asunto iraní". Algunas horas antes, Reagan había adelantado que no tenía intención de hacer públicas las notas personales manuscritas que guarda de su actividad cotidiana, en las que se incluyen sus recuerdos sobre la operación clandestina con Irán.

De momento, las notas, guardadas. por Reagan para unas eventuales memorias, no han sido requeridas oficialmente ni por los comités investigadores del Congreso ni por el fiscal especial, pero algunos legisladores han anunciado ya que, si son relevantes para la investigación, deberían poder revisarlas. No obstante, la Casa Blanca se puede amparar en el privilegio ejecutivo, que protege las deliberaciones del poder ejecutivo, y puede afirmar que "son notas personajes cuya publicación violaría la privacidad del presidente y de terceros".

Nuevas revelaciones

Nuevas revelaciones implican cada vez más a la CIA en el escándalo iraní y, sobre todo, en el suministro ¡legal de armas a la contra, cuando el Congreso lo había prohibido, y en el desvío de fondos a los rebeldes antisandinistas. El jefe de la estación de la CIA en Costa Rica ha sido destituido por su ayuda, autorizada por la agencia en Washington, a la red privada de apoyo a los antisandinistas. El ambiente en el seno de la agencia de espionaje es de casi pánico ante la posibilidad de que las investigaciones del fiscal especial y los comités del Congreso impliquen más a la agencia en el Irangate. Es dudoso que Casey, cuyas facultades mentales están, al parecer, disminuidas, pueda contar alguna vez lo que sabe de este turbio asunto.

Casey, de 73 años, el mejor amigo del presidente en el mundo político de Washington, presentó su dimisión porque "se ha dado cuenta de que pasaría algún tiempo antes de que pudiera regresar a su puesto y reanudar por completo su actividad en la CIA", explicó ayer el nuevo portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater. Y añadió "Es consciente de la necesidad de que la comunidad de inteligencia cuente con un líder Casey, que se hizo millonario como abogado en Wall Street es el padre de la denominada doctrina Reagan de apoyo a las guerrillas anticomunistas en el Tercer Mundo.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Casey, que consiguió aumentar la moral de la agencia tras el daño sufrido por sus actividades en los años setenta, llevaba personalmente la guerra de la contra, ordenó el minado de los puertos nicaragüenses en 1984 y autorizó el polémico manual en que se aconsejaba a los rebeldes la eliminación de los dirigentes sandinistas. El presidente dijo ayer que mantendrá a Casey como consejero personal, una vez que se recobre "suficientemente".

The New York Times reveló ayer que el Pentágono, hace más de un año, no impidió que traficantes negociaran la venta a Irán de 39 cazabombarderos F-4, operación que no se sabe si, finalmente, se concretó.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_