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ESPAÑA Y LA ENERGÍA ATÓMICA

La Junta de Energía Nuclear, un basurero radiactivo en el corazón de Madrid

Las instalaciones de la antigua Junta de Energía Nuclear (JEN), situada en la Ciudad Universitaria de Madrid, a dos pasos de barrios tan populosos como Cuatro Caminos o Peñagrande, constituyen en la actualidad un basurero de residuos de alta y media radiactividad y de sustancias fuertemente tóxicas. El equipo de investigación de EL PAÍS ha comprobado la existencia de más de 132 toneladas de estos productos en un área donde reside más de medio millón de personas y a menos de dos kilómetros de la sede de la Presidencia del Gobierno.

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ /CARLOS GÓMEZ,

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Cosechas radiactivas

Las investigaciones nucleares de este centro se han reducido sustancialmente en los últimos años como consecuencia de las presiones internacionales y de la mayor sensibilidad de la opinión pública frente, a la energía atómica. Sin embargo, gran parte de las instalaciones y de los productos manipulados en épocas anteriores, altamente contaminados, permanecen en aquel recinto.

"La contaminación no saldría fuera de la verja de la JEN, aun en el peor de los accidentes posibles", asegura Luis Álvarez, director de seguridad de este centro. Frente a estos argumentos está el hecho de que la JEN ha sufrido ya dos accidentes, coñ vertidos al exterior, en 1970 y 1984. El primero de ellos ha,sido calificado, 15 años después, como uno de los más graves ocurridos en Europa occidental.

La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), que es la encargada por ley de gestionar y almacenar los desechos nucleares y en la que la Junta detenta el 80% del capital, posee un cementerio en la localidad de El Cabril (serranía de Córdoba), alejado de grandes núcleos urbanos, donde se guardan los res¡duos de baja actividad. La dirección de Enresa, sin embargo, se niega a recibir por el momento, "ya que carece de instalaciones adecuadas", los residuos de media y alta radiactividad depositados actualmente en la JEN.

La Junta reconoce que guarda en sus instalaciones de Madrid los siguientes productos:

1. 176 gramos de plutonio (PU).

2. 400 bidones con escombros radiactivos procedentes de la descontaminación de alguna de sus instalaciones, y residuos de carbono 14, iodo y tritio.

3. 2.500 kilos de uranio natural.

4. 10 toneladas de uranio metálico.

5. 50 kilos de hexafluoruro de uranio.

6. 1.700 agujas de radio.

7. Residuos líquidos de una planta de reprocesamiento.

8. Tres toneladas de sodio líquido.

Miedo a ETA

El plutonio, obtenido en su mayor parte en la antigua planta de reprocesamiento de la JEN, fue reacondicionado el año pasado en nuevos bidones. La dirección de la Junta ha conseguido que una sociedad francesa acepte recibirlo (el transporte se haría por carretera), pero está a la espera de la preceptiva autorización de Estados Unidos, país propietario de los residuos que dieron origen a ese plutonio.

El riesgo que representa la presencia de este producto en la zona de Moncloa es doble: primero, por sus propiedades químicas y radiactivas, y segundo, por su condición de material de interés estratégico. El PU tiene una vida de miles de años, no se elimina de la sangre, e inhalado o ingerido en cantidades de sólo 0,1 a 0,3 miligramos daña gravemente los pulmones y la médula de los huesos. Una inbalación de 50 miligramos provocaría la muerte segura en dos meses.

Un alto cargo, que tuvo recientemente responsabilidades directas en la política energética, mostró su sorpresa por el hecho de que el plutonio se encuentre todavía en Madrid y confesó la preocupación que le produjo en su día la posibilidad de un sabotaje. Industria pidió a la JEN que aumentara las medidas de seguridad porque temía que ETA, o cualquier otro grupo terrorista, lo robara: "ETA no podría hacer nada con él", asegura el alto funcionario, "pero supondría un terrible golpe publicitario con importantes repercusiones internacionales. Existía el temor de que lo pudiera entregar a Libia".

El hexafluoruro de uranio es uno de los productos químicos más peligrosos que existen, hoy día. Es altamente inestable y difícil de manejar. Con cambios de temperatura pasa de estado sólido a líquido o gaseoso. El mayor riesgo es su contacto con el agua. La más mínima exposición al aire, que siempre tiene humedad, lo descompondría en fluorhídrico, un ácido más corrosivo que el sulfúrico.

El responsable de seguridad de la Junta confirmó que hasta julio de 1980 existieron en la JEN 17.225 kilos de hexafluoruro de uranio. "En esa fecha lo enviamos por carretera a Francia, salvo 50 kilos que nos quedamos para futuras investigaciones".

Algo menos peligroso, pero también altamente tóxico, es el sodio, que tiene reacciones virulentas en contacto con la atmósfera o el agua y que provoca incendios con gran facilidad. El sodio ha causado ya algunos accidentes, tanto en instalaciones nucleares extranjeras como en la plataforma solar de Almería, que utiliza grandes cantidades de este producto. Luis Álvarez asegura que el sodio será trasladado en cuanto se pueda, precisamente a dicha plataforma.

Mayores problemas tiene la Junta para deshacerse de las 10 toneladas de uranio metálico, actualmente almacenado en el pabellón 31. Aunque se trata de un producto menos peligroso que

los anteriores, nadie, ni Enresa, quiere hacerse cargo de él.

La Junta, por decisión del Gobierno, está también encargada de transportar y almacenar las agujas de radio de los hospitales. El Consejo de Seguridad Nuclear lanzó una campana de recogida de estas agujas por los riesgos que comportan para la salud, pero no pueden ser enviadas directamente a El Cabril porque previamente hay que acondicionarlas (meterlas en bidones protegidos) y esperar que se enfríen. De eso se encargan precisamente los técnicos de la Moncloa, que reconocen tener almacenadas más de 1.700 unidades.

Limpieza imposible

La dirección de la Junta ha cerrado y descontaminado en los últimos años parte de sus 14 instalaciones nucleares y 46 instalaciones radiactivas, de acuerdo con su objetivo final de reducirlas a 3 y 23, respectivamente.

Sin embargo, no ha encontrado ninguna solución, por el momento, para desmontar la peligrosa planta de reprocesamiento, que está fuera de servicio y que tiene una alta "radiactividad confinada".

Un experto en seguridad de la JEN explica que sería necesario realizar un estudio preliminar "muy serio" y contar con un elevado presupuesto, porque la única forma de desmontarla sería con robots. "No hay mucha experiencia internacional sobre este tipo de desmantelamiento, y además tenemos que dar prioridad a otras instalaciones que se conservan en peor estado", agrega.

También fuera de servicio, aunque temporalmente y desde fecha reciente, se encuentra el reactor de investigación JEN-1. Técnicos de la Junta están realizando trabajos de remodelación con la pretensión de que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) autorice de nuevo su puesta en marcha, aunque sea con poca potencia. Fuentes del CSN confiesan su escasa disposición a conceder este permiso por el peligro que representa.

Las centrales nucleares que generan electricidad, diseñadas con incontables medidas de seguridad, están situadas en lugares alejados de poblaciones y cuentan con una zona exterior de seguridad, de tres kilómetros de radio. El reactor de la Moncloa aunque es mucho más pequeño podría provocar en caso de grave accidente una nube radiactiva.

"Las dosis de radiación", indica un experto, "serían pequeñas pero afectarían en este caso a una enorme masa de población con lo que ello supone de aumento de probabilidades de los casos de cáncer. Los especialistas me dimos la gravedad de los accidentes no sólo por la intensidad de la radiación y el tiempo de exposición, también por la magnitud de la población afectada, aunque reciba, dosis muy pequeñas".

En un radio de un kilómetro en torno a la Junta se encuentra la Universidad Complutense, con 120.000 alumnos matrículados y la Dehesa de la Villa; en dos kilómetros están los barrio

de Puerta de Hierro, Peñagrande y Cuatro Caminos, así como el Palacio de la Moncloa, sede de la presidencia del Gobierno; y en un radio de tres kilómetros, las grandes aglomeraciones del Barrio del Pilar, Tetuán, Chamberí, Valdeacederas, Moncloa y Argüelles, entre otras.

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