El juez ordena el procesamiento de 24 musulmanes de Melilla y el ingreso en prisión de nueve de ellos
El juez de instrucción de Melilla, José María Treviño, dictó anoche auto de procesamiento por el delito de sedición contra 24 personas detenidas durante los incidentes del sábado y el domingo. Contra nueve de ellas se decretó auto de prisión, y el resto quedó en libertad provisional. Sid Driss Abdelkader, de nacionalidad española, el máximo dirigente religioso de la comunidad musulmana de Melilla, fue detenido en su propio domicilio en la madrugada del domingo sin ninguna orden judicial. El dirigente, de 58 años, fue despertado de madrugada por tres inspectores de policía, que le indicaron que debía acompañarles a comisaría "por orden del juez", según relató el propio Sid Driss. Sin embargo, el juez Treviño negó que él hubiese ordenado esta detención.
El juez José María Treviño, de 65 años juez encargado del caso, manifestó en la mañana de ayer que él no había dictado ninguna orden de detención contra el religioso musulmán. El delegado del Gobierno en Melilla, Manuel Céspedes, reconoció anoche que Sid Driss había sido detenido sin mandato judicial. "Al juez se le comunicó la detención", añadió Céspedes.Los cerca de 800 comerciantes musulmanes -sobre un total de 4.000 establecimientos melillenses- tenían cerrados sus negocios a mediodía de ayer lunes, siguiendo la convocatoria del Comité Coordinador del Pueblo Melillense, que agrupa a los principales colectivos de musulmanes. La convocatoria de huelga se producía como protesta tras las detenciones y los incidentes ocurridos el sábado y el domingo en las calles de la ciudad a raíz de la expulsión de dos ciudadanos marroquíes. Los tres heridos de mayor gravedad -uno de ellos, policía- mejoraban ayer de sus lesiones.
Los cerca de 500 hombres que componen los efectivos de los Cuerpos de Seguridad del Esta do en Melilla fueron reforzados ayer por 80 guardias civiles de las unidades antidisturbios, procedentes de Sevilla, y 160 policías nacionales de una compañía de la reserva, de Granada.
El primero de los detenidos en comparecer ante el juez fue Sid Driss, detenido a las dos de la madrugada del domingo. Ayer el dirigente musulmán, de 58 años de edad, de precaria salud, vestí do con chilaba y tarbutz (gorro musulmán), relataba así el hecho: "Los policías dijeron que abriéramos la puerta, que venían de orden del juez. Les abrimos Entraron tres policías y me dijeron que les tenía que acompañar a comisaría". Preguntado por el trato recibido, indicó: "No pude dormir en toda la noche, me tuvieron 12 horas de pie. Tampoco me dejaron practicar libremente la oración. No me dejaron una estera (los musulmanes han de orar sobre suelo limpio) y tuve que quitarme la chilaba y extenderla en el suelo. Y me obligaron a quitarme el tarbutz, cuando mi religión dice que he de orar con la cabeza cubierta".
El juez Treviño fue tomando declaración durante la mañana y la tarde de ayer a un total de 24 personas. Dictó auto de prisión para nueve de ellas (la mayoría, dirigentes de las asociaciones musulmanas) y dejó en libertad provisional al resto, aunque no pudo recordar sus nombres.
No caben en la prisión
A todos se les atribuye un delito de sedición con arreglo a los artículos 218 y siguientes del Código Penal. En una re-unión con los periodistas, y preguntado por la razón de dejar en libertad provisional a personas sobre las que pesa esa acusación (a la que corresponden penas de hasta 20 años) el juez respondió: "No me caben más en la prisión, que tiene una capacidad limitada". Sobre la detención de Sid Driss, el juez dijo: "Ha sido puesto a disposición mía por la autoridad gubernativa que le mantuvo en principio en arresto domiciliario debido a su salud". Sobre los cargos que se le imputan, dijo: "Como yo no le he detenido, no lo sé".
Sid Driss asistió anoche con una delegación de musulmanes a una reunión con Céspedes en la que pidieron, para poder garantizar la paz, la puesta en libertad de los nueve presos. El delegado del Gobierno les explicó que esta decisión corresponde al juez. Así mismo, los musulmanes le trasladaron un documento de once puntos con sus principales reivindicaciones.
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