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Tribuna
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La lección

Guardo hacia la juventud la distancia a que me obliga mi edad biológica y un cierto sentido del ridículo moral que me impide ir por la vida y por la historia de corruptor de menores. Valga esta declaración de principios para testimoniar que no pretendo congraciarme con las nuevas juventudes del Estado de las autonomías echándoles cacahuetes ideológicos o dándoles palmadas en tan inmensas espaldas. Pero el otro día presencié el debate de Victoria Prego sobre la protesta estudiantil y, a medida que hablaban mis colegas biológicos, el sociólogo y el funcionario, iba adquiriendo el convencimiento de que el mito de Prometeo está mal explicado: Prometeo no les robó el lenguaje a los dioses para dárselo a los hombres, sino para dárselo a la Administración del Estado.De todas las intervenciones, retengo la lección de economía que dio el sociólogo Carabañas. Nunca ningún miembro del Gobierno ha hecho en público mejor resumen de una política económica que quiere crear riqueza -así, en general- y no empleo. Esa riqueza en general, dijo el sociólogo, nos beneficiará a todos. ¿A qué todos se refería el sociólogo? Ese todos está tan partido como compartido. Todos puede dividirse, por ejemplo, en empleados y parados. La riqueza nos beneficiará a los empleados porque mantendremos nuestro puesto y mejoraremos los convenios, y también beneficiará a los parados porque habrá más dinero para los limpiaparabrisas, las putas, los putos, los subsidios de desempleo, los mendigos. E, in cluso, cuando un país es más rico, así en general, hasta los drogadictos violentos lo agradecen, porque tienen que atracar menos para poder pincharse el mismo número de veces.

Frente a las tesis calificadas de pesimistas y negras de los estudiantes, el optimismo científico y estadístico del sociólogo y el funcionario se basaba realmente en la vieja máxima de que el tiempo todo lo cura, incluso la juventud y los deseos de cambio de sus jóvenes antagonistas. El sociólogo y el funcionario eran la prueba. Están definitivamente curados.

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