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Japón solicita a Estados Unidos que imponga medidas para detener la caída del dólar

Francisco G. Basterra

Japón pidió ayer formalmente a Estados Unidos que detenga la caída libre del valor del dólar ayudando a estabilizar el yen japonés, interviniendo en los mercados de cambios o al menos sugiriendo que ya es suficiente la depreciación de la moneda norteamericana. Washington exigió a cambio un recorte del tipo de interés básico del banco central japonés y un decidido estímulo de su economía doméstica.

El secretario del Tesoro de EE UU, James Baker, y el ministro japonés de Finanzas, Kiichi Miyazawa, celebraron anoche, en Washington, una reunión de emergencia solicitada por Tokio para poner orden en los mercados de divisas y evitar la crisis financiera que podría provocarse por un colapso del dólar.Al cierre de esta edición se desconocía el resultado de la reunión, pero los mercados apostaban ayer que las dos primeras economías del mundo occidental acordarían una tregua. Se creía posible una reducción del precio del dinero en Japón y en la RFA, que haría más atractiva la inversión en dólares. También se estima probable una próxima reunión de los ministros de Finanzas del grupo de los cinco (EE UU, Japón, Reino Unido, la República Federal de Alemania y Francia) para hacer cumplir anteriores acuerdos de coordinación de las políticas económicas de los grandes. Miyazawa entregó a Baker una carta del primer ministro japonés, Yasuhiro Nakasone, dirigida al presidente Reagan, pidiendo una coordinación de las políticas monetarias de los dos países para, detener la apreciación del yen.

La Casa Blanca desmintió ayer que estuviera empujando la caída del dólar y afirmó que EE UU cumple los acuerdos del hotel Plaza de Nueva York, alcanzados por los ministros de Finanzas de los cinco países más industrializados en septiembre de 1985, para conseguir una depreciación ordenada de la divisa norteamericana. La caída del dólar ha causado un pánico financiero en los últimos días y tensiones entre Washington, Bonn y Tokio. Lo ocurrido refleja también la pérdida de confianza de los aliados en el comportamiento de la economía norteamericana y en Ronald Reagan. Los asesores económicos aseguraron el martes al presidente que el dólar puede continuar cayendo sin dañar a la economía, pero que a largo plazo podría originar un rebrote de la inflación. Ayer se anunció oficialmente que la inflación de 1986 sólo fue del 1,1%, la menor desde hace un cuarto de siglo.

Posible intervención

El dólar, que ha perdido un 4,8% frente al yen desde comienzos de año y un 5,8% frente al marco alemán, se apreció ayer ligeramente frente a estas dos monedas. Un alto funcionario de la Administración Reagan sugirió antes del encuentro Baker-Miyazawa que Estados Unidos haría algo para detener la caída del dólar y que existe un nivel por debajo del cual se produciría una intervención. Japón se queja de que Washington ha incumplido los acuerdos del pasado otoño que determinaron una estabilización de la relación dólar-yen en un nivel próximo a los 160 yenes por dólar. La semana pasada el yen alcanzó su cota más baja desde la guerra mundial en relación con el dólar, 150. Japón tuvo un superávit comercial el pasado año de 82.000 millones de dólares, de los cuales 51.000 millones corresponden a su relación comercial con este país.

Pero Baker se resistirá a una intervención abierta en los mercados comprando dólares y exigió a Mizayawa medidas concretas, reducción de impuestos e incremento del gasto público, para estimular la economía japonesa. El presupuesto presentado recientemente en Tokio es desalentador en este sentido.

Por motivos de clara política interna, la Administración de Reagan está jugando con el valor del dólar, propiciando su caída, para enfrentarse con un déficit comercial de 170.000 millones de dólares, que no cede a pesar de que la divisa ha perdido un 30% de su valor en 22 meses, y defenderse de las presiones proteccionistas de un Congreso dominado por los demócratas. También utiliza este arma para presionar a sus principales socios comerciales, Japón y la RFA, a estimular sus economías y adquirir más productos norteamericanos.

Pero la política de Baker dejando caer el dólar de un forma incontrolada choca con la opinión del influyente presidente de la Reserva Federal (el banco central), Paul Volcker, que piensa que el dólar ya se ha depreciado suficientemente.

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