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Los veteranos Bernadó y Antonio León reaparecen esta temporada

Los veteranos diestros Joaquín Bernadó y Antonio León también reaparecen esta temporada, como Antoñete. Ambos llegan con la ilusión de alcanzar mejores puestos que los que tuvieron cuando estaban en activo años atrás y estiman que entonces les perjudicaron causas ajenas al toreo.

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La espada de Arnedo

Joaquín Bernadó, 51 años, que se cortó la coleta en Barcelona el 24 de septiembre de 1983, tiene una obsesión: la de superar las discriminaciones que afirma hubo de aguantar antes de su retirada. "Me persiguió la mala suerte entonces", dice, "me frenaron desde los despachos cuando disfrutaba de mis mejores momentos en el ruedo, y todo por ir como independiente y con un apoderado profesional, mientras otros con menos méritos se hartaban a torear gracias a las nefastas exclusivas y a sus maniobras fuera de la plaza".Para reforzar este argumento Bernadó señala un ejemplo que considera definitivo: "En Sevilla corté dos orejas a un toro de Guardiola y tardé seis años en volver a la Maestranza. Confío en que ahora no me suceda algo parecido".

Catalán afincado desde hace varios lustros en el madrileño pueblo de Canencia, donde regenta un autoservicio de alimentación, Bernadó no niega que el aspecto económico es la causa de su vuelta a los ruedos: "Eso es cierto, pero sólo a medias. Vuelvo por dinero y por vocación a partes iguales".

Su vocación se ha visto incrementada en sus dos años sin vestirse de luces por medio de sus clases en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, donde es profesor. El diestro piensa que puede torear mejor con su edad actual que en plena juventud: "Porque aunque es indudable que las facultades físicas son inferiores, se suplen con la experiencia, la sabiduría y la inteligencia acumuladas durante tantas temporadas en activo. Se torea para uno mismo, recreándose en la suerte, gustándose y olvidando al público, que es, paradójicamente, lo que más transmite a los espectadores.

No obstante, los diestros jóvenes también pueden sentirse discriminados por perder puestos en los carteles en beneficio de los veteranos que vuelven a los ruedos. El catalán lo niega: "Pero si el maestro Antoñete y yo nos conformamos con hacer el paseíllo 15 o 20 tardes tan sólo. Pienso honestamente que él y yo podemos dar referencias a estos jóvenes de cómo se interpretaba el toreo en nuestra época, ni mejor ni peor que la de ahora, pero sí distinta. Además, la competencia se mide ante el toro, y no por las edades. No se nos va a regalar nada".

Rafael Bueno, amigo de Bernadó, será quien dirija sus destinos taurinos en esta su nueva etapa. El diestro se muestra optimista: "Tenemos varias cosas hilvanadas, como Tarragona, Barcelona, Madrid, espero que en San Isidro o antes, y tal vez Castellón. De estos primeros pasos, y sobre todo de Madrid, depende el resto de la temporada".

Berriadó es consciente de ser el único torero importante que ha dado Cataluña y analiza las causas: "El principal problema sin entrar en cuestiones sociológicas y del mayor nivel de vida que allí existe, es que no hay ganaderías, y así no se pueden hacer capeas, ni siquiera escuelas taurinas. Yo mismo me debí marchar a Salamanca en mis comienzos".

Aunque para el espada el lugar y la fecha de nacimiento son datos en los que el buen aficionado apenas se fija: "La prueba es que creo ser uno de los toreros favoritos de Las Ventas, la plaza que mayor dificultad ofrece paras triunfar, pero en la que los éxitos valen y se cotizan después, en lo artístico y en lo económico, tanto en el número de contrataciones como en los honorarios a percibir en ellas, más que en cualquier otra. A su público le hago un ruego, extensivo al resto de aficionados: que no me juzguen antes de verme, que tengan paciencia y aguarden hasta que me vean en la arena".

Antonio León "el rojo"

Antonio León es otro veterano diestro, con más de 50 años a sus espaldas -aunque no confiesa su edad , "porque no quiero conmiseración", afirma-, que reaparece esta temporada. León, al que llamaban el rey del volapié por su dominio de esta suerte, nació en Arnedo y tomó la alternativa en Logroño el 23 de septiembre de 1962, con Curro Romero de padrino y Paco Camino de testigo. Toreó ininterrumpidamente hasta 1981, pero sin alcanzar gran número de actuaciones ninguna temporada.No vuelve por dinero, ya que vive con holgura económica gracias a su trabajo como representante comercial, sino para estar en paz consigo mismo. "En mi época", comenta, "me pusieron todo tipo de zancadillas políticas porque decían que yo era un rojo, y ya se sabe lo que eso significaba en el franquismo. Y todo por hacer favores a los españoles exiliados en Francia. Entonces no me dejaron desarrollar lo que yo creo que llevo dentro, y espero poder demostrarlo ahora".

Con la ayuda de su apoderado, Alfonso Galera, y del crítico taurino Pedro Mari Azofra, ambos paisanos, confia en torear en las ferias de La Rioja. "Desde allí", señala, "saldré lanzado para torear en otros muchas plazas, incluidas la Maestranza y Las Ventas, en las que pienso reeditar viejos éxitos".

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