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Estreno en Moscú de la película más antiestalinista producida en la Unión Soviética

Una decena de filmes censurados recibe 'luz verde'

Pilar Bonet

La película Pakaianie (La confesión), la más antiestalinista producida por el cine soviético, se estrenará el 28 de enero en Moscú, según dijo a este periódico Andrei Plajov, jefe de la Comisión de Conflictos de la Unión de Cineastas de la URSS. La confesión, del georgiano Tenguiz Abuladze, ha sido una de las cintas defendidas por la comisión especial creada por la Unión de Cineastas para examinar las películas que, "por distintas razones", se habían acumulado durante décadas en el Goskino (Comité de Cine), entidad responsable de la censura y comercialización del cine soviético.

"Había más de las que pensábamos al principio", dice Plajov, de 36 años, crítico cinematográfico en el periódico Pravda. El Goskino ha aceptado hasta ahora, según Plajov, todas las recomendaciones de la Comisión de Conflictos, que tiene sólo capacidad asesora. "Aún no está todo en el mercado, por razones técnicas, pero esperamos que en 1987 vayan saliendo las cintas aprobadas".Las cintas que han recibido luz verde son poco más de una decena sobre unos 25 largometrajes, 20 documentales y seis o siete telefilmes, además de varias películas sólo objeto de una proyección formal. Entre ellas está El nadador, del georgiano Iracly Kvirikadze, donde se han restablecido las escenas de la caída de pequeños bustos de Stalin en un acuario. La mayoría de las películas vetadas son de los años setenta. En los estudios de las diversas repúblicas soviéticas yacen aún cintas olvidadas.

Entre las cintas aprobadas se encuentran largometrajes como Fuente para sedientos, de Iuri Elenko; Mi hermana Lucía, de Yermet Shinarbajev, y el telefilme georgiano La mancha, sobre la Juventud y las drogas, así como una cinta de 1967 de Larisa Shepitko, fallecida esposa del actual presidente de la Unión de Cineastas en la URSS, Elem Klimov.

Otras cintas son Ángel, de Andrei Smirnov, y la película de la directora Kira Muratova Largos adioses, cortos encuentros, de 1972, así como El segundo intento de Víctor Krojin (1976) y El bosque, de VIadimir Motil.

Con la llegada de Klimov a la Unión de Cineastas, esta entidad ha cambiado su fisonomía para "pasar a defender los intereses de sus miembros", cosa que no sucedía anteriormente, cuando la unión, dirigida por Lev Kulidzhanov, "no se mezclaba" con las direcciones de Goskino. Esta entidad tiene desde finales de diciembre un nuevo Presidente, Alexander Kainchalov, que sustituyó a Filip Ermash. Kamchalov viene del Comité Central.

Uno de los problemas de la cinematografía soviética es que las películas en marcha responden a proyectos antiguos, pues se necesitan al menos dos años para realizarlas y por ello responden a un estado de cosas que no es el actual. La Unión de Cineastas ha intentado influir en los planes para 1987 de Goskino y lo ha hecho en medida limitada. "Se ha quitado alguna porquería", dice Plajov. Entre las nuevas obras incluidas en el plan de 1987 está el proyecto del director de Leningrado Alex Sokurov, que realizará una versión de Madame Bovary.

El impacto de Afganistán

El impacto psicológico brutal de la guerra de Afganistán sobre jóvenes de la República Soviética de Letonia, en el Báltico, es mostrado en una película documental sin precedentes que hace furor actualmente en Moscú. ¿Es fácil ser joven?, del director de Riga loris Podnieks, una de las cintas aparecidas tras la intervención de la Comisión de Conflictos, confronta al espectador con escenas insóli tas en un filme soviético por medio de un montaje de entre vistas con jóvenes letones que explican sus anhelos en la vida.La obra, que divide el mundo juvenil en antes y después del servicio militar, recoge testimonios de punks y metalistas. Toca el tema de las drogas por medio de adolescentes que se aturden con fármacos. Hay quien intenta suicidarse y quien gana dinero trabajando en el depósito de cadáveres, y hay quien se refugia en la filosofía oriental. La película muestra un grupo de fieles soviéticos del Hare Krisna. La dinámica del filme muestra el temor de los jóvenes a ser enviados a Afganistán. Los que estuvieron hablan de sus dificultades para reintegrarse a la vida civil. "Me queda la sensación de haberme ocupado de algo sucio y esta mancha no me la puedo quitar", dice uno, que afirma no compartir los valores defendidos en Afganistán. Pueden ser importantes, pero no son los míos, dice.

Una madre comenta la angustia sufrida mientras su hijo estaba en Afganistán. Aparece un paralítico en una silla de ruedas. Se critica la educación oficial a favor de la paz y se expresan dudas sobre la utilidad del dinero del Fondo Soviético de la Paz.

Hay imágenes pacifistas y en una escena simbólica un joven arroja el fusil al suelo. "Si el soldado no mata por su propio deseo, sino que cumple las órdenes recibidas, entonces no se crea un mal karma a su alrededor", dice un miembro del Hare Krisna.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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