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LOS PROBLEMAS DE REAGAN

El Congreso de EE UU retoma la iniciativa política

Francisco G. Basterra

El nuevo Congreso norteamericano, el número 100 de la historia de la República y el primero totalmente en manos de la oposición demócrata al que se enfrenta Ronald Reagan desde que asumió el poder en 1981, inició ayer sus trabajos en Washington, decidido a retomar la iniciativa política de una presidencia severamente dañada por el escándalo del Irangate. Lo primero que hizo el Parlamento fue constituir formalmente dos comisiones especiales que investigarán la venta secreta de armas a Irán y el desvío de dinero a la contra nicaragüense, en una instrucción cara al público, tipo Watergate, que los demócratas quieren que dure hasta el próximo otoño, empalmando con 1988, año en que se elegirá un nuevo presidente.

Horas antes de la constitución del Congreso, los demócratas bloquearon la publicación de un infórme del Comité de Información del Senado, solicitada por la Casa Blanca, que establece que el presidente probablemente no sabía nada de los manejos del Irangate. Es una señal de los tiempos dificiles que se avecinan para Reagan en su relación con el Legislativo.El Congreso se enfrentará al presidente sobre el presupuesto de 1988, la última oportunidad de Reagan de reducir los enormes déficit que ha amasado desde que llegó al poder en 1981 sobre política exterior, cuyo control tratará de arrebatar a la Casa Blanca, fundamentalmente en la ayuda a la contra; sobre las negociaciones de desarme con la URSS, y sobre los temas- comerciales.

El nuevo Congreso tendrá una última oportunidad para bloquear la entrega de 40 millones de dólares, el mes próximo, a los rebeldes antisandinistas, aunque posiblemente no la utilizará, ya que no cuenta con los dos tercios de los votos para superar un veto presidencial. El rearme del Pentágono, aunque atenuado en el presupuesto presentado el lunes, sufrirá un escrutinio más intenso que nunca.

El déficit comercial, que no cede a pesar de la continua depreciación del dólar, será una de las banderas que los demócratas estiman con capacidad de catapultarles a la presidencia.

La constitución del Congreso, en el que la oposición domina en el Senado por 55 escaños a 45 y en la Cámara de Representantes por 258 diputados demócratas, frente a 177 republicanos, supone un giro de 180 grados en el juego político. Reagan, por primera vez en su presidencia, está a, la defensiva y tendrá que jugar con un Congreso dispuesto a rentabilizar al máximo el traspié iraní y convertirlo en la palanca que coloque a un demócrata en la Casa Blanca.

El nuevo líder del Senado, el demócrata Robert Byrd (Virginia), que sustituye al republicano Robert Dole, ha afirmado que el asunto iraní ha acabado con la "tiranía de la popularidad" utilizada hasta ahora por Reagan, que cortocircuitaba al Parlamento e intentaba comunicar directamente con el pueblo norteamericano.

Coincidiendo con la espectacular caída de la credibilidad del presidente -que, frustrado, admite: "Los norteamericanos me quieren, pero no me creen"-, las últimas encuestas confirman que los ciudadanos, por un margen de dos a uno, confian más en el Congreso que en el presidente para dirigir la política exterior.

Lo nunca visto ocurrió el lunes. Para levantar la moral de los abrumados reaganistas, el director de comunicaciones de la Casa Blanca, Patrick Buchanan, convocó el lunes una manifestación, frente a la mansión presidencial, de apoyo "al mejor presidente de la historia".

Pero los demócratas no tienen tampoco un camino fácil. Tendrán que demostrar que son capaces de definir una estrategia política que acabe con su ambigüedad actual y convertirla en legislación. "Si no somos capaces de demostrar en los dos próximos años que sabemos gobernar, puede significar la derrota en 1988", reconoce un líder parlamentario de la nueva mayoría.

El Congreso se convierte así en un espejo electoral. Una decena de políticos en ambos partidos tienen aspiraciones presidenciales y tratarán de demostrar su capacidad con vistas a las elecciones de 1988.

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