La vuelta, a compás, de 'Los Tarantos
La Historia de los Tarantos, de Alfredo Mañas, la historia original de esta obra danzada que ahora se estrena por el Ballet Nacional de España, es rica en sucesos, en acontecimientos puramente dramáticos. Se cuentan muchas cosas, demasiadas quizá para su asunción plena en el lenguaje de la danza.Es el gran problema, me parece a mí, de este ambicioso y digno empeño. Hubiera sido necesario un mayor esfuerzo de síntesis, vertebrando lo fundamental más rigurosamente y eliminando lo accesorio, lo que se queda en pura anécdota repetitiva.
Porque, además, la situación es una sola en toda la obra, el enfrentamiento constante de los dos grupos familiares, y se cae inevitablemente en momentos de una gran semejanza entre sí.
Los Tarantos
Guión de Alfredo Mañas, sobre su obra teatral Historia de los Tarantos. Coreografía: Felipe Sánchez. Música: Paco de Lucía. Orquestación: J. Albert Amargós. Intérpretes: Merche Esmeralda, Manolete, Aida Gómez, Antonio Márquez, Tauro.Guitarristas: Juan Maya Marote, Luis Carmona Habichuela, José María Banderas. Cantaores: Juan Cantero, Juan José de Alcalá, Manuel Palacín. Orquesta Sinfónica de Madrid (Orquesta Arbós), dirigida por J. A. Amargós. Madrid, teatro de la Zarzuela, 27 de diciembre.
Éstos son pequeños reparos, ciertamente, a un espectáculo importante, con aportaciones valiosas al casi siempre maltratado mundo del ballet flamenco. Felipe Sánchez ha hecho un trabajo profundo y apasionado. No lo tenía fácil, y el resultado final refleja que sus ideas no tuvieron siempre el mismo grado de acierto.
La 'temperatura'
La música de Paco de Lucía, bellísima en ocasiones, era de tratamiento difícil para ser convertida en baile. Una dificultad añadida se encontraba en los bailarines. Decididamente, es muy raro que unos bailarines cuya especialidad no es estrictamente el flamenco puedan realizar incursiones relativamente frecuentes por los vericuetos de lo jondo.En los movimientos corales, de grupo, las insuficiencias se revelan más evidentes. Incluso en el caso de primeras figuras como Aida Gómez y Antonio Márquez, que incorporan a los jóvenes novios, éstos no siempre pueden superar una incapacidad básica para lograr la temperatura comunicativa de lo flamenco.
Merche Esmeralda estuvo convincente, aunque un tanto monocorde, en el personaje de la madre; sin embargo, se sale de su sofisticación habitual para romperse en un baile áspero, duro, como exige la naturaleza trágica de Los Tarantos; abusa del gesto mimado, puramente ilustrativo, nunca deseable en la danza.
Manolete demuestra su clase de bailaor, sobre todo en un largo baile por soleares y por bulerías. Guitarristas y cantaores contribuyeron a redondear una noche de triunfo, que el público rubricó con clamorosas ovaciones.
Babelia
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