Zonas económicas especiales
A primeros de los años ochenta, China decidió atraer el capital y la tecnología exterior para acelerar su reforma en el sector industrial. Se crearon varias Zonas Económicas Especiales (ZEE), prestando peculiar atención a la de Shenzhen, al sur de China, en la línea divisoria con los Nuevos Territorios, de Hong Kong, la colonia británica que pasará bajo soberanía china en 1997.China vivió unos primeros años de euforia, en la que las diversas entidades estatales, regionales o locales aplicaron unas políticas de industrialización e importación un tanto discriminadas, originando una sangría considerable en materia de reservas, situadas hoy alrededor de los 10.000 millones de dólares.
El relativo fracaso de las ZEE para atraer inversión, la aparición de muchos casos de corrupción y, sobre todo, la compra indiscriminada de productos, provocaron un ligero cerrojo en la apertura. China canceló varios proyectos de cooperación con empresas extranjeras, incluido un proyecto de refinería con tecnología española.
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