Una salida para Euskadi
Las valoraciones que se han efectuado sobre los resultados de las elecciones vascas reflejan la preocupación de quienes desean un determinado tipo de unidad, que tiene su génesis en el Estado; para los que opinan todo lo contrario, que el lazo que una a la comunidad vasca con el resto de España debe provenir de la libertad previa de los antiguos reinos, estos comicios confirman una vez más el sentimiento pluripartidista del pueblo vasco en cuanto a lo ideológico, pero simplemente unánime en el aspecto nacional.Sirve de poca cosa que Juan Luis Cebrián arremeta contra los de Herri Batasuna llamándoles poco menos que patanes y miserables, pues, como se ha comprobado, este partido lejos de disminuir ha aumentado su masa de votantes. En cuanto al tema de la autodeterminación, si escuchamos con atención los discursos de EE, EA, PNV y HB la única diferencia -eso sí, importante- consiste en cómo lograrla.
Es una ficción comparar la voluntad autonómica de los extremeños con el nacionalismo vasco. Prescisamente por eso, las soluciones no pueden ser las mismas, y cada vez resulta más evidente que Euskadi no se conformará con unas transferencias administrativas, por amplias que éstas sean; será imperdonable que sigamos perdiendo tantas cosas y, a la vez, agrandando un litigio al que desgraciadamente hay que calificar de dramático.
Para lograr la paz, no sólo en Euskadi sino en el Estado mismo, es necesario dejar de lado la tozudez, el falso orgullo y el miedo. ¿De qué nos sirve legislar la indivisible unidad de España si llegado el momento constatamos que hay importantes elementos del conjunto que no aceptan esa unidad? ¿Por qué no atender a otras alternativas?
Soy consciente de que este planteamiento tiene un desarrollo complicado. Pero se debe adrintir que el problema posee esa magnitud. Tal vez la utopía deba dejar de serlo, evidentemente, si de lo que se trata es de lograr una convivencia pacífica en todos los sentidos, desechando de una vez por todas los métodos impositivos.-
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