_
_
_
_
ESCÁNDALO EN WASHINGTON

El Congreso niega la inmunidad a North y Poindexter

Francisco G. Basterra

El teniente coronel Oliver North, principal implicado en el Irangate, se resiste a las presiones de su jefe, Ronald Reagan, para que declare todo lo que sabe. Este "héroe nacional" como le llamó Reagan, dejó claro ayer que, por el momento al menos, no tiene intención de contarlo todo. "No creo que el presidente quiera que abandone mis derechos constitucionales, no me lo ha pedido",dijo. El Comité de Información del Senado, que concluyó ayer su investigación, se negó el miércoles a conceder la inmunidad pedida por Reagan para North y el ex consejero de Seguridad Nacional John Poindexter.

Los médicos operaron ayer du rante cinco horas a William Ca sey, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y un de las piezas claves del escándalo iraní, para extraerle un tumor canceroso de la parte interior izquierda del cerebro. Los exámenes patológicos preliminares indicaron que se trata de un linfonia. Casey, de 73 años, fue hospitalizado el pasado lu nes en el hospital universitario de Georgetown, en Washing ton, tras sufrir dos derrames ce rebrales y después de declarar durante más de ocho horas, la semana anterior, ante el Congreso.Los doctores del Georgetown Hospital dijeron anoch que Casey podrá volver a su ocupaciones habituales y que permanecerá hospitalizado al menos hasta la semana próxi ma.

El hemisferio cerebral izquierdo controla la parte derecha del cuerpo. Habrá que es perar, sin embargo, a las pruebas definitivas para decidir el tratamiento posterior. La larga intervención se realizó sin complicaciones y el director de la CIA descansaba anoche, "en condición estable", en una unidad de cuidados intensivos.

El presidente del Comité de Información del Senado, el republicano Dave Durenberger, que anoche dio por concluida su investigación, cuyos resultados pasarán ahora al nuevo Congreso y a los comités especiales que se han coristituido, afirmó que la declaración de Casey sigue siendo muy importante para esclarecer el escándalo. "La responsabilidad máxima de lo ocurrido reside en el presidente de Estados Unidos.

Otros comités tratarán ahora de descubrir cuándo el presidente delegó su autoridad, cómo y a quién", explicó Durenberger. Y añadió: "No hemos podido probar que North, cuyo papel es crucial, actuó sólo, pero yo así lo creo". "Seguimos sin saber", dijo, "cuánto dinero fue desviado y a qué [grupos] contras".

La última maniobra del presidente al solicitar al Congreso inmunidad para que North y Poindexter declaren sin miedo a que su testimonio pueda servir para su eventual procesamiento ha fracasado. Reagan tendrá que volver a solicitarla a los comités especiales de investigación,que iniciarán su labor a mediados de enero próximo.

El oficial de marines North, al que la Casa Blanca parece querer convertir en cabeza de turco único del escándalo, acude todos los días a trabajar al Pentágono. "Me siento abandonado por mis amigos y mis colegas, o los que se dicen tales", dijo a los periodistas. North, del que la Casa Blanca ha confirmado que llegó a proponer la idea de secuestrar a familiares de miembros del Gobierno iraní y meterlos enjaulas en Europa para cambiarlos por rehenes norteamericanos, añadió que ahora sólo confía, por este orden, en la ayuda de Dios, de su familia y de su abogado.

Edwin Meese, investigado

El Buró Federal de Investigación (FBI) está investigando al propio ministro de Justicia, Edwin Meese, que en octubre pasado ordenó, inexplicablemente, al FBI que detuviera unas pesquisas, en Miami (Florida), destinadas a probar supuestas acciones ¡legalidades en el envío de armas a la contra. Estados Unidos pidió ayer al Gobierno suizo el bloqueo de nueve cuentas más, y le dio losnombres de tres nuevas compañías que sospecha que han podido ser utilizadas para desviar fondos a la contra.

El Ministerio de Justicia alegó que la investigación del FBI podría poner en peligro las negociaciones secretas para liberar a los rehenes norteamericanos en Líbano. Esta actuación suscita la duda de que la Administración, el propio fiscal general, podía saber, bastante antes de lo que afirma, que existía una vinculación entre los tratos con Irán y la ayuda a los rebeldes antisandinistas.

La orden de Meese, según algunas fuentes, se produjo después de recibir una llamada de North, quien al parecer tam bién llamó al FBI al día siguien te de que fuera derribado el avión de Hasenfus para que no se investigaran los suministros a la contra. Si se probara que el ministro de Justicia trataba de ocultar el desvío de fondos a la contra procedentes de la conexión iraní, podría ser acusado de obstrucción a la justicia. Hasenfus se ha ofrecido a declarar ante el Congreso, pero ningún comité se ha interesado, por ahora, por su testimonio.

El Comité de Información del Senado, que el miércoles trató de averiguar, en el interrogatorio al secretario de Defensa, Caspar Weinberger, por qué el Pentágono vendió tan baratas las armas a la CIA, lo que permitió a ésta generar unos beneficios en la venta posterior a Irán y desviarlos a la contra, tomó de nuevo ayer declaración a Donald Regan y a Robert McFarlane. Se trata de dilucidar una contradicción entre estos personajes. McFarlane, ex consejero de Seguridad Nacional, asegura que el presidente autorizó verbalmente, en agosto de 1985, el envío de armas a Irán vía Israel. Por el contrario, Regan, jefe del gabinete presidencial, ha declarado bajo juramento que el presidente aprobó al suministro sólo después de que éste se realizara, en octubre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_