Labor docente
En materias de educación, EL PAÍS nos tiene acostumbrados a un tratamiento que refleja un particular punto de vista que, me parece entender, coincide en gran medida con las tesis que defiende el Ministerio de Eduación. En particular, y tras leer el editorial del 6 de diciembre, se me ocurren las siguientes reflexiones:1. Convenimos en que la educación en España es, en todos los niveles docentes, un auténtico desastre. No obstante, además de las causas que habitualmente se apuntan, suele omitirse la, a mi juicio, esencial: el demencial sistema educativo que estamos padeciendo.
2. Si los docentes contratados están ocupados en currículos vacuos, es por la presión a que se ven sometidos. Existe una amenaza directa de no lograr la estabilidad, a menos que se exhiba un voluminoso currículum, con frecuencia artificialmente engrosado, sin que la categoría científica sea tenida en cuenta.
3. Paradójicamente, la calidad de la labor docente en ningún caso es considerada a la hora de puntuar los méritos del profesor. Que los alumnos aprendan o no parece ser asunto absolutamente secundario en cualquier disposición referente al profesorado.
4. La imprecisa frontera entre obligaciones investigadoras y docentes hace que el profesor se vea obligado a no dedicar toda la atención que el alumnado exige o, por el contrario, tener que luchar contra dificultades de tiempo y esfuerzo en su actividad científica. El MEC no ha meditado mucho sobre el grave problema que supone para un investigador una excesiva carga docente.
5. En cuanto a la "inadecua da preparación de las distintas promociones estudiantiles, mal pertrechadas de conocimientos modernos y poco eficaces para integrarse con rendimiento al sistema productivo", he de señalar que lo que el MEC trata de imponer -y, por ende, ustedes secundan- es un país integrado por ignorantes especializados. Y un país sin cultura no puede ser un país libre.
La división del bachillerato en seis ramas diferentes lo único que propicia es la confusión y falta de ilustración de los estudiantes. La especialización se debe apoyar en una sólida base de conocimientos, tanto humanísticos como científicos, y, tal como está estructurada la EGB, los alumnos llegan al BUP con un bagaje cultural mínimo, y no por culpa de enseñantes, sino por los insensatos programas que se ven obligados a seguir.
6. La calidad de la enseñanza no mejorará: a) mientras profesores y alumnos se vean hacinados en número desproporcionado en las aulas (alrededor de 40 educandos por clase de EGB y BUP, innúmeros, incluso cientos, en la Universidad); b) mientras sigan existiendo asignaturas mal llamadas afines en el BUP. Algunos profesores se ven obligados a impartir tres, cuatro e incluso cinco disciplinas distintas. ¿Qué calidad de enseñanza se les puede exigir, teniendo en cuenta que han opositado a una y sólo
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una; c) mientras el MEC no considere la calidad educativa como su esencial finalidad; d) mientras no haya un reajuste total de los programas docentes, desde primero de EGB hasta el tercer ciclo universitario; e) mientras se siga desaprovechando la inmensa capacidad intelectual de niños y adolescentes; f) mientras se siga desdeñando de una manera vergonzosa la cultura y la formación humanística (si el ministro se enfrentara a la corrección de exámenes, constataría la pobreza de expresión y faltas ortográficas y de puntuación cotidianas); g) mientras alumnos y profesores seamos para el MEC una mera cuestión numérica y estadística; h) mientras, en fin, el equipo ministerial muestre una absoluta ignorancia y despreocupación por el binomio cultura-educación.-
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