El fruto de una paradoja
La organización terrorista Iparretarrak (Los del Norte) es el fruto de una paradoja. Sus objetivos son los mismos que los de ETA: la reunificación y la independencia de una Euskadi socialista, pero su actividad se ha convertido en un serio estorbo para los hermanos mayores, temerosos de que sus acciones provoquen aún mayores problemas en el País Vasco francés a los exiliados procedentes del sur de los Pirineos. La cuestión de la lucha armada en la zona vasca situada al norte de la frontera hispanofrancesa ha dividido a los movimientos abertzales entre partidarios de concentrar todas las energías en el apoyo a los refugiados del sur y quienes reclaman completa autonomía para desarrollar una política propia.Iparretarrak nació, como casi todas las organizaciones abertzales vascofrancesas, de la crisis y la disolución, en los primeros anos setenta, del movimiento Embata. El Gobierno de París disolvió Embata, gracias a la aplicación extensiva de una ley destinada a combatir los grupos armados, cuando en las filas del propio movimiento -que siempre actuó pacíficamente y en la legalidad- se vivía ya una crisis muy profunda entre los partidarios de dedicarse a la acción cultural vasquista y quienes deseaban dar a la organización un tono más radical e izquierdista, acorde con el espíritu de Mayo del 68. El estallido de Embata propició la creación de varios movimientos menores. Entre ellos, Herri Taldeak, grupos locales autonomistas de izquierda, de donde salieron los primeros activistas de Iparretarrak.
Los movimientos abertzales vascofranceses siempre han estado divididos entre dar prioridad total al apoyo a ETA o reconocer el derecho de Iparretarrak a una actividad autónoma. Esta cuestión provocó fuertes debates durante la campaña para las últimas elecciones legislativas francesas en la organización Ezker Abertzale Mugimendua (EMA, Movimiento de Izquierda Nacionalista). La actitud de EMA, que no quiso criticar abiertamente a Iparretarrak, provocó la aparición de otro movimiento, Ezker Batasuna (Izquierda Unida), dispuesto a ocupar el mismo espacio político de la izquierda nacionalista, pero abiertamente contrario a la lucha armada en el País Vasco francés.
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