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ESCÁNDALO EN WASHINGTON

Israel dice que apoyó el envío de armas a Irán para evitar un triunfo iraquí

El Gobierno de Israel admitió finalmente ayer haber vendido armas a Irán por encargo de Estados Unidos, pero negó haber depositado el dinero que recibió de los iraníes en una cuenta bancaria suiza perteneciente a la contra nicaragüense. En respuesta a una interpelación parlamentaria en nombre del Gobierno, el ministro de Asuntos Exteriores, Simón Peres, justificó la ayuda prestada a Estados Unidos no sólo porque se trata de "un país amigo", sino también por el interés de Israel en impedir la victoria de Irak en su guerra con Irán.

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El comunicado oficial leído por el secretario del Gobierno israelí en la madrugada de ayer afirma que "Israel ayudó a Estados Unidos en el envío de armas y piezas de recambio norteamericanas hacia Irán" y que "el pago de este material militar fue enviado directamente, por un representante iraní, a un banco suizo, de acuerdo con las instrucciones de los representantes norteamericanos, sin pasar por Israel".Esta última explicación -provocada por la acusación del secretario norteamericano de Justicia, Edwin Meese, de que Israel se prestó a una operación clandestina de financiación a los antisandinistas- es considerada por los observadores como extremamente grave y peligrosa para las relaciones israelo-norteamericanas. En medios políticos está cobrando fuerza la idea de que algunos responsables de la política norteamericana pretenden convertir a Israel en cabeza de turco del escándalo iraní. Por ello, se preguntan si la acusación formulada por Meese contra Israel en relación la cuenta secreta de los contras en Suiza no está destinada, ante todo, a desviar la atención de los medios de comunicación norteamericanos y a reducir las críticas del Congreso hacia el jefe de la Casa Blanca.

"¿Se quiere realmente hacernos creer que Reagan, que se esfuerza en convencer al Congreso de la necesidad de financiar la lucha de los contras en Nicaragua, ignoraba por completo que el dinero fue ingresado en una cuenta suiza de los antisandinistas?", se preguntaba un alto funcionario israelí, para quien "esa cuenta parece haber sido abierta para esquivar la oposición del Congreso norteamericano a la operación de destabilización llevada a cabo contra el Gobierno sandinista".

El Gobierno israelí, o más exactamente su primer ministro, Isaac Shamir, los ministros de Asuntos Exteriores, Simón Peres, y de Defensa, Isaac Rabin, fueron duramente criticados ayer en el Parlamento (Kneset). Los tres decidieron solos, sin consultar al Consejo de Ministros, ni siquiera al Gabinete restringido, la venta de armas a Irán por encargo de Estados Unidos.

Críticas generalizadas

Las críticas surgieron de todas partes, tanto de los escaños de la mayoría como de los de la oposición. Los diputados de izquierda calificaron la decisión de vender armas al Irán de Jomeini de "política aventurera e irresponsable".Algunos exigieron incluso el nombramiento de una comisión que investigue jurídicamente la conducta "inmoral, irresponsable y peligrosa para el futuro de Israel" de Peres Shamir y Rabin. La petición es apoyada también por algunos ministros, furiosos por haber sido marginados del asunto.

Es significativo que el único diputado que defendió sin reservas la política de venta de armas a Irán fue un miembro de la oposición de extrema derecha nacionalista, el profesor Yuval Neeman, líder de Tehiya. Neeman alabó la acción israelí y la decisión de ayudar a Estados Unidos, a la vez que atacó duramente a los medios de comunicación norteamericanos e israelíes.

En su respuesta en nombre del Gobierno, Simón Peres polemizó vigorosamente con sus detractores. En una alocución incisiva, e incluso apasionada, Peres justificó "la ayuda prestada a un amigo [Estados Unidos] dividido entre dos necesidades: La de luchar contra el terrorismo internacional, en el que el Irán de Jomeini ocupa un lugar destacado, y la necesidad de salvar las vidas de los rehenes norteamericanos".

Por último, Peres justificó el prolongado silencio de Israel sobre su participación en este asuntos. "No se trataba sólo de nuestro secreto", dijo, "sino sobre todo del de Estados Unidos. Teníamos la obligación moral de callarnos para no poner en apuros al presidente Reagan".

La brillante intervención de Peres en la Kneset no ha puesto fin al escándalo. Altos funcionarios israelíes implicados, como David Kinichi, ex director general del Ministerio de Asuntos Exteriores, y A. Nir, consejero de Peres para la lucha antiterrorista, serán probablemente convocados a Washington para testificar ante las comisiones de investigación del Congreso.

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